Leighton Taylor, Tiburones. México, SEP-Océano, 2002.
¿Qué tienen los tiburones que nos asustan tanto? ¿La boca enorme, los
dientes afilados, los ojillos asesinos? Cuando pensamos en un tiburón,
imaginamos un gigantesco monstruo submarino que ataca a la gente. Pero lo
cierto es que la mayoría son inofensivos para el hombre.
Los tiburones son peces y, como todos los peces, tienen un esqueleto
resistente. Pero a diferencia de otros peces, su esqueleto no es de hueso, sino
de un material ligero y flexible llamado cartílago.
Todos son carnívoros. Algunos devoran presas del tamaño de focas o
delfines. La mayoría come tiburones más pequeños y otros peces. Y unos pocos
-los de mayor tamaño- se alimentan de diminutas criaturas marinas como plancton,
camarones y pequeños peces.
Todos los tiburones son cazadores. Pero para cazar, lo primero es
encontrar la presa. La visibilidad bajo el agua es escasa, por lo que los
tiburones han aguzado los demás sentidos.
Los tiburones no pueden oír los sonidos que nosotros consideramos
normales, pero tampoco les hace falta. Su sentido del oído está especializado
en las frecuencias bajas que transmite el agua. Por ejemplo, un tiburón
distingue el ruido de una barca fondeando en un arrecife a dos kilómetros de distancia.
Cuando un pez muerde el anzuelo del pescador que va en la barca, unas diminutas
gotitas de sangre se diluyen en el agua y basta unas cuantas moléculas de
sangre para que el tiburón sienta el olor.
También percibe el reflejo de las ondas que él mismo forma al nadar.
Así elude los obstáculos y nada rápidamente y con precisión.
Al aproximarse a la barca, el tiburón ve los destellos del cuerpo
plateado del pez mientras éste se debate por librarse del sedal. Pero cuando se
acerca, ¡el pez desaparece! Los ojos del tiburón están demasiado separados para
ver lo que tiene justo delante. Sin embargo, los poros sensibles a la
electricidad que
tiene en la punta de la nariz le permiten detectar los impulsos
eléctricos emitidos por el pez. Entonces el tiburón se abalanza sobre su
víctima y la devora.
Puede que los tiburones sean los mayores predadores del océano, pero no
son ni la mitad de peligrosos que los bípedos terrestres llamados seres
humanos.
La gente mata tiburones por diferentes motivos. Algunas personas se
sienten amenazadas por esos grandes predadores, otras sólo buscan satisfacer la
enorme demanda de aletas de tiburón de los restaurantes asiáticos. Y muchos
tiburones mueren al quedar atrapados en las redes de arrastre.
Leighton Taylor, Tiburones. México, SEP-Océano, 2002.
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