Larry Silberman, “La varita mágica” en Cómo hacer teatro (sin ser descubierto)



La varita mágica

Hoy toca teatro. Recuerden, los personajes cuentan la historia con lo que van diciendo y haciendo. Son tres: un Mago, una Hada y un narrador.
El escenario está oscuro. El Mago está allí pero no se distingue.
Narrador: Había una vez un sombrero de copa. (La luz ilumina el sombrero.)
Narrador: Había uma vez una capa de terciopelo negro. (La luz ilumina la capa del Mago.)
Narrador: Había una vez un traje de mago con un hombre dentro. (La luz ilumina al Mago completo. Está llorando. Se quita el sombrero.) 
Mago: Nada. Nada. Ni siquiera la oreja de un conejo. En mi sombrero no aparece nada. No sé hacer magia. ¡Soy tan desdichado! Si pudiera me haría desaparecer... pero ni eso puedo. (El Mago llora cada vez más fuerte; se escucha desde el otro costado el llanto del Hada. El escucharlo, el Mago llora más fuerte. El Hada también. La luz se apaga sobre el Mago y se enciende sobre el Hada.)
Hada: No sirve, mi varita no sirve para nada. No funciona. (El Mago se acerca al Hada.) Mago: ¿Tú tampoco?
Hada: No puedo. Mi varita hace de todo menos una cosa...
Mago: ¿Qué?
Hada: Hacerme reír.
Mago: ¿Reír? ¿Quieres reír? ¿Qué necesitas para reír? (El Mago hace una mueca; el Hada permanece sería. El Mago se para de cabeza. El Hada permanece sería. Luego se pone a llorar.) Hada: Nadie me quiere. No tengo un solo amigo... nadie quiere hacerse amigo de las hadas porque las hadas no existen.
(El Mago la contempla con tristeza, no sabe qué hacer. Mete las manos en sus bolsillos pero no encuentra nada. Extiende su mano y el Hada se seca las lágrimas con la manga del mago. Pero sigue llorando. El Mago mira en una y otro dirección como buscando algo. Al fin, va basta su sombrero, saca rápidamente de adentro un pañuelo y se lo da al Hada que sigue llorando y se seca la cara con el pañuelo.)
Mago: No llores, yo sí creo en las hadas. (El Hada mira al mago.)
Hada: ¿De verdad?
Mago: Si. (El Hada llora más y el pañuelo se empapa. Se llena el piso de agua. El Mago saca del sombrero un pañuelo gigante.)
Hada: ¿De verdad crees en las hadas?
Mago: Sí. El Hada oculta la cara en el enorme pañuelo y suelta una carcajada)
Hada: Yo no. Yo no. (Ambos empiezan a reír. El Mago la abraza y ríen envueltos en el gran pañuelo. Salen juntos. Antes de salir el Mago mira su sombrero unos instantes.)
Mago: Creo que ha pasado algo.
Hada: ¿Qué?
Mago: Algo que nunca me había pasado. (El Mago se acerca al sombrero y lo observa por dentro.)
Mago: Algo nuevo... quién sabe. (Sobre el escenario quedan la capa, el sombrero y la varita mágica. La luz se cierra sobre el sombrero.)
Narrador (susurra): Y fue así como el sombrero se quedó sin mago. Pero eso no es importante, porque dicen que la verdadera magia ocurre sin que nadie se dé cuenta y solamente cuando hace falta.
Larry Silberman, “La varita mágica” en Cómo hacer teatro (sin ser descubierto). México, SEP, 1994.

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