Tres historias de circo.Ricardo Ramírez Arreola, Vivir en el circo.



Tres historias de circo

Señoras y señores, niñas y niños, bienvenidos al maravilloso mundo del circo; el circo de ayer, el circo de hoy, el circo de siempre.
Elizabeth Barrero González (equilibrista): Me caí una vez, en mi número del cable y se me salió la rodilla de lugar. Duré un año sin caminar. Fue muy duro porque pensé que mi carrera en el circo había terminado.
Pero me operaron y le puse mucho empeño a la recuperación. Ahora el cable donde hago mi número está todavía más alto.
El artista nunca debe sentirse realizado. A pesar de tantos años de estar trabajando en tu número debes de seguirte superando y anhelando conseguir más.
Estudié cuatro años en una escuela de circo. En el primer año me dieron todas las especialidades: acrobacia, malabarismo, gimnasia.
En segundo, según las cualidades que te ven, te ubican en tu especialidad. Yo me dediqué a hacer equilibrio. Bailo ballet en un cable y me paro en puntas. Lo puedo hacer porque primero estudié ballet siete años. Pienso que para un artista es muy importante una escuela. Hay muchos artistas que empiezan sin escuela e igualmente son muy buenos, pero la escuela es fundamental para un artista circense porque te da una preparación muy profesional.
Jim Garner (domador): Mi hijo Josafat, que tiene doce años, trabaja con camellos, llamas, guanacos y un poni. Desde que estaba en la carreola anda detrás de mí con los animales. Le gustan; por eso no le ha sido muy difícil aprender. Verme trabajar ha sido la mejor manera de aprender. 
La primera vez que salió a la pista con su número si sentí un poquito de nervio: era un niño y me daba pendiente que los camellos le fueran a pasar por encima. Pero tiene temple y ha ido aprendiendo. Cuando yo veo que tiene fallas le explico qué es lo que no está haciendo bien y así sigue aprendiendo.
A mí siempre me gustaron los animales. He trabajado con osos, papiones, tigres, cebras, camellos, llamas, caballos, jirafas. Con hipopótamos no, ni con rinocerontes.
Yo entreno a mis animales premiándolos, con piloncillo o con zanahorias. Hay que ver qué es lo que más les gusta. Cada vez que hacen algo bien tú los premias... hasta que llega el momento en que ellos asocian una cosa con la otra y van y hacen las cosas bien.
A los camellos los recibí cuando tenían un año. Estaban chiquitos. Empezarles a enseñar jóvenes y premiándolos es más práctico y más fácil.
Pastelito (payaso): Tú en la pista tienes, ¿cuánto? Cinco, diez minutos como mucho. En esos minutos tienes que demostrar todo lo que eres, tienes que gustarle al público lo más que puedas y entregarte por completo.
El trabajo de nosotros es diferente al del común de la gente. El señor en la oficina está todo el día, al igual que en el negocio o en la empresa.
Aquí no. Uno tiene cinco minutos para demostrar todo lo que sabe. Tienes que dejarlo todo en la pista.
Ricardo Ramírez Arreola, Vivir en el circo. México, SEP-Castillo, 2005.

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