José María Méndez, “Ajedrez” en Edmundo Valadés (comp.), El libro de la imaginación. México, FCE, 1999.
Le apasionaba jugar al ajedrez y llevaba siempre consigo un pequeño
tablero de bolsillo con sus respectivas piezas.
En cuanto subió al tren, trabó conversación con el compañero de viaje
que ocupaba el asiento situado frente al suyo y lo instó a jugar una partida.
El invitado se negó.
-Conozco muy poco, casi nada, del juego-ciencia -le respondió
cortésmente.
Entonces él insistió con tanta porfía que logró convencer al renuente
viajero. Se inició la partida. Como su forzado contrincante jugara en forma
inusitada, estrafalaria, perdió la serenidad, cayó en error y al cuarto
movimiento dejó un caballo a merced de las piezas enemigas. Su adversario, tal
vez distraído, iba a pasar por alto la jugada que le favorecía, pero él
caballerosamente, le llamó la atención:
-Cómase usted el caballo -le dijo señalándole la pieza indefensa.
-¿El caballo? ¿Esa pieza es un caballo? ¿Quiere usted que yo me lo
coma?
-Sí. Es imperativo que se lo coma. No quiero ventaja. Cómaselo. Por
favor, cómaselo.
-Si usted lo pide tan fervientemente... -dijo con voz sumisa.
Y tomó la pieza que se
le señalaba y la engulló de un bocado. Al segundo se levantó presuroso, aprovechó
el paso lento del tren, que se acercaba a una estación, saltó a tierra y se
alejó en ligero trote, relinchando, por una vereda que de seguro conducía a un
potrero cercano.
José María Méndez, “Ajedrez” en Edmundo Valadés (comp.), El libro de la
imaginación. México, FCE, 1999.
Cual es la trama
ResponderEliminarNi idea mi estimado caballero
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