Rogelio el muerto Guillermo Arriaga, “Rogelio” en Retorno 201. México, SEP-Norma, 2002.
Rogelio
Rogelio no se percataba de que ya estaba muerto o sencillamente se
resistía a aceptarlo. Por ello una y otra vez, se salía de la fosa donde estaba
enterrado y no era raro encontrárselo comiendo en algún restaurante cercano al
cementerio. En algunas ocasiones nos iba a visitar al retorno y se pasaba
largas horas platicando sobre los viejos tiempos. Sin duda, varios de nosotros
tratábamos de convencerlo de que ya era un cadáver y que apestaba bastante. No
nos hacía caso y con una desfachatez increíble se presentaba en cualquier lugar
y a cualquier hora.
Una noche lo acompañé de vuelta al panteón. Charlamos un buen rato
sobre todas aquellas experiencias que habíamos compartido cuando él aún vivía.
Compramos una cuantas cervezas y nos emborrachamos. Nos divertimos. Nos reímos.
Gozamos. Lloramos. Al amanecer se despidió con una sonrisa. Se acomodó en su
ataúd y cerró la tapa. Nunca más volví a saber de él, porque esa madrugada morí
atropellado y mi mujer...mi mujer, decidió incinerarme.
Guillermo Arriaga, “Rogelio” en Retorno 201. México, SEP-Norma, 2002.
Comentarios
Publicar un comentario