Reflexión cuando llegas a la Ciudad de México hablando un dialecto

Idioma y conciencia
Jesús Galindo Trejo

 
 
 
En mayo de 1999, en los medios de difusión se informó de un hecho vergonzoso para un país como México, el cual se jacta de estar orgulloso de sus raíces prehispánicas. En un albergue del Departamento del Distrito Federal fue localizado un hombre de aspecto indígena que desde hacía nueve años, debido a que su lenguaje no era entendido por los encargados del albergue, había sido declarado deficiente mental. Esta persona llegó ahí después de haber sido atropellada por un automovilista y siempre se pensó que los golpes que recibió en la cabeza fueron los que ocasionaron su aparente locura y lo ininteligible de su habla. Mucho tiempo después, gracias al personal del Instituto Nacional Indigenista, que usó una colección de registros grabados de las lenguas autóctonas de México, fue posible determinar que dicho individuo no hablaba español, sino otomí; simplemente no sabía hablar el idioma oficial de México, pero sí uno de los más antiguos hablados en esta tierra. Se especula acerca de si los habitantes de Cuicuilco y Teotihuacan habrían hablado otomí o si el gran poeta Nezahualcóyotl tenía a este idioma como materno. Durante la Colonia la Universidad Pontificia tuvo cátedras de náhuatl y de otomí.

El infortunado monolingüe (como la mayoría de los mexicanos que sólo hablamos español) había llegado de su pueblo, ubicado en el estado de Veracruz, y su familia ya lo había dado por muerto y sepultado. Lo notable de esta situación es que no se trataba de un caso único, pues tres mujeres monolingües habían sido localizadas padeciendo una situación similar; una de estas mujeres ya tenía diez años de vivir en un albergue, sin embargo, aún se hacían esfuerzos para identificar el idioma que hablaba.

La riqueza cultural que representa un idioma vivo, como los hablados en el pasado y en la actualidad en México, pasa inadvertido para la mayoría de los mexicanos, pues antes se prefiere aprender algún idioma extranjero que conocerse a sí mismo a través de los idiomas de nuestros ancestros. No obstante, el español hablado en nuestro país se ha impregnado de palabras y estructuras heredadas de los idiomas autóctonos, por eso resulta bien diferente al resto del español que se habla en el continente. Quizá por eso los mexicanos, en su inconciencia lingüística involuntaria, expresan su origen prehispánico al hablar; sin embargo, valdría la pena rescatar conscientemente nuestros idiomas, aún pa-trimonio de todos los mexicanos.
Jesús Galindo Trejo
Instituto de Astronomía,
Universidad Nacional Autónoma de México.
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Galindo Trejo, Jesús. (2001). Idioma y conciencia. Ciencias 60, octubre-marzo, 141. [En línea]

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