Teatro indígena prehispánico Rabinal Achí
TEATRO INDÍGENA PREHISPÁNICO (RABINAL ACHÍ)
BIBLIOTECA DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO
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FERNANDO CURIEL DEFOSSÉ
Director
COORDINACIÓN DE HUMANIDADES
Programa Editorial
TEATRO INDÍGENA PREHISPÁNICO (RABINAL ACHÍ)
Prólogo
FRANCISCO MONTERDE
Adaptación de Francisco Monterde basada en la versión
francesa de Georges Raynaud en traducción al español por Luis Cardoza y Aragón
Apéndice y notas GEORGES RAYNAUD
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
México, 2015
Diseño de portada: Pablo Rulfo Ilustraciones: Francisco
Moreno Capdevila
Primera edición: 1955 Segunda edición: 1979 Tercera edición:
1995
Cuarta edición corregida: 31 de octubre de 2014
DR © 2015, Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad
Universitaria, 04510 México, D.F.
COORDINACIÓN DE HUMANIDADES
Programa Editorial
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier
medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
ISBN 978-607-02-6344-6
Impreso y hecho en México
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN
1955
Faltaba una obra como la presente, en esta colección
publicada por la Universidad Nacional Autónoma de México. Quedará, con ella,
incluida en la Biblioteca del Estudiante Universitario la poesía dramática
precolombina de Meso- américa. No podía carecer de ésta la cultura maya, que
ofrece múltiples aspectos de una civilización autóctona sorprendente.
Al imperio de esa admirable cultura, que abarcó parte de
nuestro país y de los vecinos del sur, se debe la inclusión de tal obra en esta
Biblioteca, y no al recuerdo -ya impreciso-, del frágil Primer Imperio mexicano
que temporalmente retuvo tierras centroamericanas.
Junto al Libro del Consejo (Popol Vuh) y los Anales de los
Xahil, incorporados anteriormente a la Biblioteca del Estudiante Universitario,
se sitúa ahora el Rabinal Achí, que es complemento de aquéllos.
La lectura de este drama de los maya-quichés, permitirá al
estudiante de literatura y de historia del arte dramático, entender mejor la
evolución del teatro en México, del siglo XVI al presente, si toma en cuenta,
como punto de partida, tal obra: la única superviviente del teatro
prehispánico.
VII
No parece haber llegado íntegra hasta el presente, como
llegaron poemas épicos y líricos, alguna de las obras teatrales pertenecientes
a la cultura náhuatl, representadas aún en los días del arribo de hombres
europeos a esta parte del continente americano. A pesar de eso, confirman su
existencia las noticias y descripciones transmitidas por aquellos que
alcanzaron a conocer esas obras y dejaron su testimonio fiel, después de
presenciar las representaciones.
La carencia de obras de la poesía dramática precortesia- na
-que, sin haber llegado al papel, pasaban aún por labios de actores indígenas,
en las décadas iniciales de la dominación española-, no debe tomarse como
prueba de una actitud desdeñosa hacia ese teatro, por parte de los
conquistadores, bélicos o espirituales.
Si no hubo quien conservara esas obras, como salvaron Sa-
hagún y sus continuadores algunos himnos, varios trozos de épica y casi un
centenar de poesías líricas en náhuatl, no fue quizá por falta de interés hacia
lo que decían los intérpretes, de cuya habilidad hacen elogios los dominadores.
Más difíciles de entender que aquellas poesías eran las
obras dramáticas, puesto que las cantaban -sin interrumpir los pasos de los
bailarines-, en vez de recitarlas, y no es fácil comprender bien, aun con el
más claro fraseo, lo que por primera vez se escucha, cantado en cualquier
idioma extranjero, a pesar de que con él se halle familiarizado el oyente.
Además de que estaban prevenidos contra los idólatras,
conviene recordar que no era visto entonces con gran simpatía el teatro
profano. Por esa razón, entre otras, los buenos frailes -a quienes como a
Durán, ya parecían oscuros los pensamientos que expresaba la lírica- se
limitaron a dar una idea aproximada de aquellas representaciones.
VIII
Por los testimonios de algunos de los evangelizadores,
sabemos bien que en México y en Cholula había representaciones teatrales
vespertinas. Se efectuaban en espacios abiertos, especialmente destinados a ese
fin, que aseaban y ornamentaban con esmero, y en los que se desarrollaban
escenas cómicas preferentemente, con atavíos muy vistosos. Los intérpretes con
frecuencia se disfrazaban de animales, y su caracterización y sus palabras
divertían mucho a los espectadores.
Entre los mayas de Yucatán había también espectáculos
teatrales, con cierto predominio del ademán sobre la palabra, y estrechamente
ligados a la música, a juzgar por lo que de ellos nos dicen cronistas e
historiadores. Fray Diego de Landa, a quien cita López de Cogolludo en su
Historia de Yucatán, afirma que Chichén Itzá “tenía delante la escalera del
norte, algo aparte, dos teatros de cantera pequeños de cuatro escaleras y
enlosados por arriba, en que dicen representaban las farsas y comedias para
solaz del pueblo”.
Tal afición de los mayas no desapareció con la Conquista,
según aquel mismo autor que, en su Relación de las cosas de Yucatán, escribe:
Los indios tienen recreaciones muy donosas y principalmente
farsantes, que representaban con mucho donaire; tanto que [a] éstos alquilan
los españoles para no más que vean los chistes de los españoles que pasan con
sus mozas, maridos, o ellos propios, sobre el bien o mal servir, y después lo
representan con tanto artificio como [los] curiosos españoles.
IX
Por su parte, el ilustre obispo de Yucatán doctor Crescendo
Carrillo y Ancona, que se apoyó en aquellas autoridades, añade acerca de esto:
“Conocían y practicaban los antiguos yucatecos el uso y recreo de las
representaciones escénicas, pues tenían piezas literarias y artísticas de este
género. Sirva de prueba el argumento mismo de la invasión y conquista
española”.
Ese “argumento”, dice Carrillo y Ancona basándose en el
testimonio del doctor José Canuto Vela, que presidió
las comisiones político-religiosas acerca de los indios
rebeldes del sur y oriente de la Península desde 1849 y 50, formaba una buena
representación teatral, que él mismo vio representar a los indios, con mezcla
de canto y baile, haciendo reminiscencia de su antiguo teatro.
El teatro de los mayas anterior a la Conquista, fue desapareciendo
de la península yucateca, según el mismo Carrillo y Ancona, quien pudo
comprobarlo en
varios documentos históricos [que] existen acerca del buen
gobierno, policía y buenas costumbres de los indios convertidos, por donde
consta cómo los gobiernos eclesiástico y político mandaban que se procurase
extirpar ciertas representaciones dramáticas propias de los indios, por razón
de lo obsceno e idolátrico de ellas; y disponían —dice—, que para dar algún
recreo a los mismos, fueran sustituidas con las muy conocidas representaciones
religiosas de las costumbres populares de la Europa cristiana.
La obra que aparece a continuación se representó
periódicamente, a lo largo de los tres siglos que duró el dominio de España en
esta parte del continente americano. Posiblemente
X
las autoridades eclesiástica y civil -que no desterraron por
completo esta clase de espectáculos, en Mesoamérica- permitieron, y aun
estimularon, esas representaciones. Algunas de ellas formaban parte de las
diversiones públicas, y se repetían anualmente, el día del santo patrono, en la
festividad de cada lugar donde se conservaron esas tradiciones.
El Rabinal Achí dejó de representarse, precisamente, por los
días en que Iturbide incorporó a su corona, para crear el Imperio mexicano,
tierras de la América Central que habían visto el esplendor de los mayas. Sin
duda faltó, por el cambio político operado entonces, quien siguiera estimulando
esas representaciones teatrales.
Transcurridos casi treinta años, el último depositario de
esa tradición oral -agudizada su memoria por la vejez-, recordó, con leves
lagunas, todos los parlamentos y los legó a sus descendientes, después de
poner, al final, la siguiente nota: “El día 28 de octubre de 1850, he
transcrito el original de este Baile del Tun, propiedad de nuestra ciudad de
San Pablo de Rabinal, para dejar un recuerdo a mis descendientes, que perdure
siempre con ellos. -Así sea-. Bartolo Zis”.
El abate Carlos Esteban Brasseur de Bourbourg -originario de
esta villa, donde nació en 1814- tradujo y dio a conocer el Rabinal Achí, en
1862, precedido de un “ensayo sobre la poesía y la música, sobre la danza y el
arte dramático de las antiguas poblaciones mexicanas y guatemaltecas”.
Autor de una gramática de la lengua quiché, Brasseur fue
cura párroco del pueblo de San Pablo de Rabinal, situado en la Baja Verapaz, y
allí descubrió este drama ballet, conocido
XI
antes como “Baile del Tun”, cuyo texto había transcrito
Bartolo Zis al mediar el siglo XIX, antes de que llegara el abate, según quedó
anotado.
La privilegiada memoria de aquel anciano retuvo unas tres
décadas el texto del drama anónimo, según lo transmitieron oralmente los
mayas-quichés, guardianes respetuosos de esa tradición que quizá partió del
antiguo pueblo de Rabinal -en el que subsisten ruinas de una fortaleza-,
situado a unos cuarenta kilómetros del pueblo que heredó ese nombre.
En la forma en que ha llegado hasta nuestros días, fue
representado, en quiché, a iniciativa del mismo abate, en 1856, el día de la
conversión de San Pablo, 25 de enero. Brasseur, que se ganó la confianza de los
naturales, lo tradujo del qui- ché al francés, ayudado por indígenas sirvientes
suyos, que le hablaron de aquellas ruinas, y gracias a la representación, pudo
fijar las acotaciones relativas al movimiento escénico del drama.
El profesor Georges Raynaud, que fue director de estudios
sobre las religiones precolombinas, en la Sorbona, inconforme con la versión de
Brasseur, realizó otra, a la cual puso notas en las que señala aquellos puntos
en que discrepa de las interpretaciones de Brasseur.
Afirma Raynaud que se trata de “la única pieza del antiguo
teatro amerindio que ha llegado hasta nosotros”, sin que en la forma o en el
fondo pueda descubrirse “la más mínima traza de una palabra, de una idea, de un
hecho, de origen europeo”. Raynaud examina el “paralelismo” de palabras y de
frases que existe en el drama y que resulta fatigoso para el
XII
“lector que lo aprecia sin el canto vocal”. El Rabinal Achí,
dice, ofrece un ejemplo típico del paralelismo que va “de la palabra al discurso”.
Después advierte que, cuando afirma que en la pieza no se
halla “rastro de cosas europeas”, no se refiere a “influencias”, pues supone
que “una influencia nefasta obró indirectamente; creo -dice- que el texto, tal
como nosotros lo poseemos, está truncado”. Se basa, para suponerlo así, en el
hecho de que la religión no desempeña ningún papel en el drama. Eso es
contrario a lo que afirman varios autores, acerca de esta clase de obras, según
dice Raynaud, quien agrega algunas consideraciones acerca de la aritmología
sagrada y sobre “los antiguos títulos de los jefes quichés”, no mencionados.
Existen otras versiones y una adaptación del Rabinal Achí.
Casi todas estas versiones -agradables al oído habituado a leer obras europeas-
proceden de la traducción de Brasseur, y difieren de la que hizo Raynaud, en
varios puntos. No se va a hacer aquí una comparación entre unas y otras. Baste
decir que mientras el primero subdivide la obra en cuatro escenas, Raynaud las
considera como actos. Aquél incluye en el reparto dos esclavos, varones, en vez
de una mujer y un hombre, sirvientes, que figuran en la versión de Raynaud.
Brasseur y sus continuadores dejaron en quiché los títulos de los personajes
indígenas.
Por lo que hace a la división de la obra, aquí se ha dispuesto
de un modo diferente, porque se adoptó el criterio actual sobre ello. De
acuerdo con su arquitectura, se prefirió dividirla en dos actos, el primero de
los cuales está subdividido en tres
XIII
cuadros -el segundo y el tercero, muy cortos-, que se suceden
rápidamente.
Durante el segundo acto, en que no hay subdivisión alguna y
cuyo ritmo es más grave, se desarrolla en sus diversas etapas el ritual que
precede al sacrificio.
En cuanto al sexo que pueda corresponder a uno de los
servidores, el favorito -o la favorita-, se optó por mencionarlo sólo con el
nombre que lleva en la obra: Ixok-Mun, y se puso, además de la correspondiente
nota, la alusión que se hallará adelante.
El asunto del drama se limita a la captura, el
interrogatorio y la muerte de un guerrero que cometió actos reprobables. El
pasado del guerrero se va revelando a medida que avanza el diálogo, en el cual
intervienen, como principales figuras, el Varón de los Queché y el Varón de
Rabinal.
Por los reiterados parlamentos de uno y otro, conforme
adelanta el diálogo se tiene noticia de los hechos que realizó el vencido. El
espectador que llegara a la representación casi al finalizar la primera parte
de ella, conocería tantos detalles como el que hubiese permanecido allí desde
que aquélla se iniciaba. En cambio, el que se marchara poco antes de concluir
dicha parte, dejaría de escuchar los más remotos e importantes informes.
Al avanzar la obra, con el diálogo se retrocede en el
tiempo, ya que aquél recuerda los pormenores, en proceso regresivo: antecedente
remoto del análisis retrospectivo, ibseniano, y de la técnica pirandeliana con
la que se llega, tras sucesivas revelaciones, a reconstruir e integrar el
pasado de los personajes. Mas al estudiar el encadenamiento de las escenas, la
sucesión de diálogos, no parece lícito emplear la palabra “técnica”, porque
XIV
ante el criterio europeizante eso parecería, más bien, falta
de técnica teatral, según el concepto que de ella se tiene ahora.
Sin hacer generalizaciones -que sólo se justificarían después
de examinar varias obras de ese mismo género, del cual nada más existe una
muestra-, sí es posible anotar algunas peculiaridades que se descubren en la
lectura, por contraste con otras producciones dramáticas.
Inicia cada parlamento una salutación y lo cierra una frase
de despedida: fórmulas de cortesía como las que se emplean invariablemente y
que al borrarse su sentido con el uso, se conservan por el hechizo fonético,
dentro del ritmo rutinario. El interlocutor replica, después de proceder en la
misma forma, y repite en parte el parlamento que acaba de oír. La transcripción
va precedida de una pregunta equivalente a ésta: “¿No es eso lo que acabas de
decir?”, como si se tratara de obtener una confirmación, de establecer un
compromiso; o bien confirma aquello con una ratificación: “Así dijiste”.
Tales repeticiones alargarían los parlamentos sin que la
acción progresase y sin agregar mucho nuevo, si no se cortaran en determinado
momento, para que prosiga el diálogo, con otras frases, a su vez repetidas. Debemos
creer que el espectador de la obra encontraba particular atractivo en aquello
que, para el lector de nuestros días, resulta fatigoso: la insistencia en las
fórmulas de salutación o despedida, y la manera como cada interlocutor parece
demostrar su interés y su excelente memoria.
Esa dramática estaba hecha, pues, para un público que se
recreaba en tales demostraciones de cortesía. Otros atractivos, para él, serían
la mención de tribus y de sucesos bien conocidos
XV
entre los habitantes de aquellos lugares o familiarizados
con los mismos, que asistían a la representación del drama. Éste, a juzgar por
su tono, corresponde también a ese espíritu; hay siempre una fórmula cortés aun
para los enemigos, a quienes se injuria sin dejar de reconocerles méritos indiscutibles.
Por cortesía o por temor a ese personaje, la intervención de
Ixok-Mun -quien primero impide que los dos varones lleguen a las manos y,
después, que el Varón de los Queché acometa al gobernador- basta para calmar el
ánimo del guerrero al que se dirige.
Dentro de esa cortesía -cortesía de vieja raza, en que las
fórmulas son como estela del vivir cotidiano-, caben las irónicas expresiones
con las cuales el gobernador convierte en una gracia, concedida especialmente,
lo que para el Varón de los Queché no es sino un paso más por el sendero que lo
lleva al sacrificio. También debe incluirse entre las pruebas de cortesía que
da el brusco y altivo guerrero, la aceptación del manto que fue tejido por la
esposa del jefe, sin que pronuncie alusión despectiva alguna.
El cautivo desdeña, por orgullo, los manjares y las bebidas
que le ofrecen -a pesar de su agotamiento físico indudable-, y se burla de los
guerreros; mas, en cambio, acepta naturalmente, sin ironía, el adorno prestado
y muestra varonil satisfacción al bailar con la doncella Piedra Preciosa.
Aunque todo ello formaba parte del ritual del sacrificio, en el que no podía
introducir variantes ni el más innovador e inconforme de los cautivos.
La única licencia de que disfruta el guerrero que va a
morir, consiste en que, en vez de ausentarse valido del derecho que el mismo
ritual le otorgaba, sólo desaparece un instante. Ese medio mutis cabe, dentro
de lo convencional de una acción siempre sintetizada, en el género dramático.
XVI
Imponía esto último la unidad de tiempo -acatada como las
otras-: hacer un corte allí, para obligar a los espectadores a esperar algunos
minutos, habría sido dar un toque real a una obra que es toda irreal,
estilizada en su desarrollo.
El título provisorio de esta obra: El Varón de Rabinal -que
fue el que Brasseur le dio tomando en cuenta, sobre todo, el lugar donde se
representaba-, no es, en realidad, el que le corresponde, ya que no es el Varón
de Rabinal el verdadero protagonista: es solamente un guerrero victorioso,
afortunado vencedor de su enemigo.
Según se verá, el último es la figura principal del drama,
pues gira éste en torno al vencido, como lo prueba el hecho de que el Varón de
Rabinal permanezca mudo en la segunda mitad de la obra, en tanto que el Varón
de los Queché habla, mientras está presente, en los dos actos. Por todo ello,
en español, podría ser El vencido en Rabinal un título más adecuado para el
drama.
Como para el espectador primitivo no había motivos de
interés análogos a los que pudiese tener un espectador actual -si la obra
volviera a representarse en nuestros días-, no figuraba, entre los móviles
posibles, la compasión hacia el vencido.
Tampoco podía ser un aliciente para la curiosidad, el
interés por el desenlace, que se adelantaba en lo narrado, pues aquel espectador
sabía que el final de cualquier cautivo, tras la lucha con sus adversarios, era
la muerte -a menos que se sometiese, y tal actitud no sería propia del drama.
XVII
Se percibe cierta parcialidad que, en el ánimo del
desconocido autor del diálogo, hace que su simpatía se incline hacia el
vencido, aunque en esto no deba verse una actitud romántica del mismo
dramaturgo.
Sería aventurado tratar de suponer el probable origen del
anónimo autor de esta obra: ¿era quizás un habitante de Cu- nén o de Chahul, o
sencillamente un yaqui, un extraño en Rabinal, que deja traslucir su admiración
hacia el extranjero valiente?
Si ese autor anónimo hubiera sido un yaqui, un extranjero
-según la acepción inmediata de esa voz-, es decir, si hubiera sido coterráneo
del Varón de los Queché: un dramaturgo que hablaba el quiché, sin ser de esa
rama de los mayas, tal sentimiento de simpatía pudiera resultar comprensible,
por ello.
Quizás esa inclinación, esa parcialidad se explique no por
compasión hacia el vencido -que aquí, en vez de ser débil, es fuerte, valeroso,
resuelto-, sino por simpatía natural hacia el infortunado: aquel a quien la
suerte ha vuelto las espaldas, y que, a pesar de eso, no se doblega ante el
infortunio.
La emoción que produce la nostalgia; el tono casi elegiaco
de la despedida a su tierra que no volverá a ver, y el elogio, también
nostálgico, de los bienes ya perdidos; de las cosas que fueron suyas -y aun de
los manjares que no podrá volver a probar-, así parecen sugerirlo. Sobre todo,
la imponderable sencillez de aquel pasaje cercano al final, en que el guerrero
que va a morir sacrificado en un país extraño, se siente inferior a los
animales que pueden morir donde han vivido.
Es aquél uno de los aspectos más sugestivos del drama
indígena que tanto ofrece a la curiosidad de los investigadores y de los
críticos de esa literatura, quienes también encontrarán explicables analogías
entre el incipiente diálogo de los personajes
XVIII
maya-quichés y el de los personajes bíblicos de aquellos
autos escritos en lengua náhuatl, durante los siglos XVI y XVII, en la Nueva
España.
En cierto modo, el Varón de los Queché, por no humillarse ni
someterse a la voluntad de sus adversarios, reta al destino, que éstos
representan, y que, implacable con él, lo condena a muerte. Aquí, pues, como en
las tragedias de la antigüedad, el desenlace estaba previsto, y los
espectadores lo conocían de antemano. Tampoco ignoraban el camino que conducía
a ese final, esperado por todos. Era la invariable ruta apegada a un ritual, y
éste habría de cumplirse en todas sus partes, en el Rabinal Achí, hasta llegar
al último paso, definitivo: la muerte del Varón de los Queché.
No sólo por tal similitud con la tragedia ática -aunque esta
obra no se halle presidida por la fatalidad-, Pedro Hen- ríquez Ureña, al
hablar del Rabinal Achí, sugiere que así pudo ser el teatro en Grecia, antes de
Esquilo, cuando sólo dos actores dialogaban en escena; cuando no había surgido
aún el tritagonista, y un coreuta, un miembro del coro, intervenía brevemente,
si era preciso que otro personaje pronunciara algunas frases, en cualquier
momento de la obra, como aquí sucede en contadas escenas.
Esta obra, cuya monotonía es desesperante en la primera
lectura, permite apreciar, en las subsecuentes, a quien insiste en estudiarla,
algunas de sus distintivas peculiaridades.
XIX
Las abundantes reiteraciones, propias del paralelismo
-obligada simetría que no sólo se relaciona con la estética sino que tiene
hondas raíces en el dualismo religioso-, impiden ver desde luego la sencillez
de los recursos empleados para prolongar un diálogo que gira en torno al tema
central, con los mismos simples elementos.
Aquello que, en suma, los personajes dicen, pudiera
condensarse en unos cuantos párrafos, si se tratara de narrar el asunto de la
obra, de modo semejante al que sigue:
Mientras al danzar simulan atacarse, en medio de los
bailarines en ronda, los dos varones dicen injuria y jactancia alusivas a sus
respectivos méritos. La danza se interrumpe.
Sujeto por el lazo del Varón de Rabinal el de los Queché, y
atado en seguida a un árbol, de boca del enemigo escucha la relación que éste
hace de sus hazañas: desde la más próxima hasta las más remotas, mientras la
música vuelve a sonar y se reanuda la danza, que continúa hasta el final del
cuadro.
El Varón de Rabinal recuerda al cautivo cómo provocó a los
hombres de aquél, cuando estaban en su fortaleza; cómo los atrajo con engaños,
para conducirlos a tierras áridas, en las que los agotaría el hambre.
Le recuerda, también, que secuestró al gobernador, con su
séquito, cuando él se hallaba en el lugar de los Baños, y lo retuvo hasta que
el mismo Varón de Rabinal fue a libertar a todos. Por último, le habla de los
perjuicios que causó al destruir varia poblaciones. Como el Varón de los Queché
intenta sobornarlo, el de Rabinal rehúsa lo que le ofrece, y le dice que va a
informar a su gobernador, para que éste resuelva si el cautivo puede marcharse.
Al hacerlo, depone ante él sus armas.
El gobernador, cuando sabe por el Varón de Rabinal que el de
los Queché ha caído en sus manos, accede a que comparezca
XX
ante él, si está dispuesto a rendirle acatamiento, y en
seguida reitera a aquél su confianza. El Varón de los Queché, al enterarse de
lo resuelto por el gobernador y quedar libre de sus ligaduras, intenta
arrojarse sobre el Varón de Rabinal, pero Ixok-Mun lo contiene.
La misma actitud rebelde adopta ante el gobernador, y
después de que Ixok-Mun vuelve a contenerlo, pide a aquél que se le hagan los
honores que por su categoría merece. Escuchada, otra vez, la evocación de sus
hazañas, rehúsa humillarse: preferirá ir altivamente al sacrificio.
De acuerdo con el ritual, prueba desdeñoso y rehúsa en
seguida los alimentos y las bebidas que le ofrecen; luce un momento el manto
que tejió la esposa del gobernador; danza entre la corte con la doncella Piedra
Preciosa, y finalmente reclama el privilegio de enfrentarse a los guerreros
distinguidos, de quienes habla con ironía.
El Varón de los Queché desaparece brevemente: ha ido a
despedirse de sus valles y sus montañas. Al regresar dice, nostálgico de su
tierra, que hubiese querido, como la ardilla y el ave, morir sobre la rama del
árbol donde vivieron, y se dispone a morir sacrificado.
No obstante las abrumadoras redundancias, a través del
diálogo se percibe una tenue poesía, no sólo por el ritmo que resulta de la reiteración
de voces, en frases apenas diferentes unas de otras. En el Rabinal Achí hay
además una poesía, más suge- rente que evocadora para el lector actual -a la
inversa de lo que sin duda acontecía con el espectador de otros tiempos-, en
las referencias a lugares de nombres complicados.
XXI
Hay, en fin, un tono original, que ha conservado -a través
de las traducciones, forzosamente imperfectas-, algo del aliento primitivo de
esta obra insistente en los pormenores.
El Rabinal Achí, por consiguiente, presenta un mundo nuevo
para el lector contemporáneo; mas entrevisto apenas, entre las brumas de un
pasado que la historia y la crítica no llegan a aclarar por completo, a pesar
de todas las luces que traten de penetrar en esas brumas, sólo a trechos
disipadas.
Por tratarse de poesía dramática, en esta edición se ha
preferido separar los párrafos que ofrecen unidad, para sugerir con las frases
aisladas, de ese modo, el ritmo de las réplicas, que tenían acompañamiento
musical cuando la obra se representaba.
A pesar de la confianza que el profesor Raynaud tenía en la
incontaminada pureza de esta obra, resulta un poco difícil concebir que haya
pasado a través de más de trescientos años de dominio español, sin que en el
diálogo influyera, de algún modo, la sensibilidad de los intérpretes y del
público, no sólo indígena.
En cualquier obra humana, y más en el teatro, si se conserva
por tradición oral, influyen aquellos que año tras año la interpretan. Lo menos
que le puede suceder es que el tiempo la mutile paulatinamente. Así aconteció
con el Rabinal Achí, y en él son perceptibles las mutilaciones.
De algunas de ellas habla el profesor Raynaud, en su
Prefacio -que, traducido por Luis Cardoza y Aragón y publicado antes en los
Anales de Geografía e Historia, de Guatemala,
XXII
se hallará reproducido en las últimas páginas, como Apéndice
imprescindible-, en el que proporciona importantes datos y expone valiosos
puntos de vista personales.
Aquellos puntos en los que, por alguna razón ignorada, no se
detuvo el profesor Raynaud, hasta profundizar en ellos con su habitual
penetración y perspicacia, como en lo relativo al número sagrado, que él
suponía ausente de la obra, han sido señalados en notas complementarias o
aclaratorias.
FRANCISCO MONTERDE
XXIII
BIBLIOGRAFÍA
Rabinal Achí, texto quiché y traducción al francés del abate
Carlos Esteban Brasseur de Bourbourg, París, 1862 (reimpreso en “Collection de
Documents dans les langues indigènes pour servir à l’étude de l’histoire et la
philologie de l’Amérique Ancienne”, Arthus Bertrand, París, 1882).
“El Varón de Rabinal”, en Historia de la literatura de la
América Central, por Leonardo Montalbán, t. 1.°, época indígena, San Salvador,
1929 (reimpreso en La Revue de I’IFAL, año primero, núm. 2, 30 septiembre,
1945).
El Varón de Rabinal, prefacio y traducción al francés de
Georges Raynaud, versión española de Luis Cardoza y Aragón, en Anales [de la
Sociedad] de Geografía e Historia, Guatemala, año V, t. VI, núms. 1-3,
septiembre, 1929 - marzo, 1930.
El Varón de Rabinal, Buenos Aires, Colección “Mar dulce”,
1944.
NOTA: No se hace mención aquí de las adaptaciones ni de las
reproducciones en suplementos literarios de periódicos hispanoamericanos.
XXIV
RABINAL ACHÍ
PERSONAJES DEL DRAMA-BALLET
EL JEFE CINCO-LLUVIA,1 gobernador2 de los de la ciudad de
Rabinal.3
EL VARÓN DE RABINAL,4 el más destacado entre los varones,5
hijo del jefe Cinco-Lluvia.
EL VARÓN DE LOS QUECHÉ,6 gobernador de los yaqui,1 de los de
Cunén8 y Chahul,9 hijo del Hechicero de los varones,10 Hechicero del
Envoltorio,11 gobernador de los hombres Queché.12
LA SEÑORA,13 esposa14 del jefe Cinco-Lluvia.
MADRE DE LAS PLUMAS, MADRE DE LOS VERDES PA- JARILLOS,15
PIEDRA PRECIOSA,16 prometida del Varón de Rabinal.
IXOK-MUN, sirviente.17
UN SIRVIENTE del Varón de Rabinal.
Doce ÁGUILAS AMARILLAS, doce JAGUARES AMARILLOS,18 varones
de la ciudad de Rabinal.
Abundantes guerreros, abundantes servidores. Guerreros y
servidores del Varón de Rabinal. Danzantes.
La acción se desarrolla en Cakyug-Zilic-Cakocaonic-Tepeca-
nic;19 los cuadros I y III, del primer acto, frente a la fortaleza; el cuadro
II y el segundo acto, en el interior de la misma.
3
NOTAS A PERSONAJES
1 Hobtoh
(jobtoj): se podría traducir este nombre por “Fina-Lluvia”, pero hay mayores
probabilidades de que tenga el sentido de “Cinco-Lluvia”, que designaría el día
del nacimiento del jefe.
2 Rahaual:
“jefe supremo, gobernador”.
3 Rabinal:
significa, probablemente, “linaje”; de rab “eslabón, hilo, surco” (cf. mecatl,
en Méxíco; ayllu, en Perú).
4 Achí: el
vir latino; en consecuencia, diferente de vinak, que corresponde al homo
latino. En español, la palabra varón corresponde a achí. La vieja voz francesa
varon es, desde hace tiempo, sólo un título de nobleza (barón, en castellano.
F. M.) (tlacatl, en náhuatl).
5 Galel-Achí:
“destacado entre los varones”, alta dignidad diferente de la de Galel-Vinak,
“destacado entre los hombres”. La voz ahau, en todas las lenguas de familia
maya, no indica un “rey”; es, sencillamente, la palabra “jefe”, con toda su
vaguedad.
6 Queche:
“numerosas florestas”. Este nombre que designa el conjunto de tres grandes
tribus, quizá es una deformación de un nombre primitivo; deformación
fonético-geográfica que se remonta a la época de las migraciones. El nombre
primitivo quitzé o, mejor, ah quitzé, “los del Envoltorio”, nombre religioso
que se había dado a esos pueblos, tuvo su origen en un objeto sagrado, de gran
potencia mágica, que se guardaba casi siempre envuelto y constituía su
paladión, su oráculo portátil.
7 Rahaual
yaqui: título que llevaba aquel de los miembros del Gran Consejo de las tribus
quichés que estaba encargado, de manera especial, de vigilar y proteger a los
yaqui. Yaqui: este nombre no tiene ninguna relación con la actual tribu de los
yaquis. Designa, con mucha frecuencia, a los mexicanos. Puede, no obstante,
designar a otros pueblos, porque no sólo los vocabularios quiché-español lo
traducen por el término vago: “extranjero”, sino que también puede significar,
sencillamente, “hombres o cosas que no son del lugar que habitamos”, como lo
prueba El Varón de Rabinal, en donde se califica de yaqui a
4
cualquiera, y aun al arma quiché, siempre que proceda de
poblaciones vecinas. En todas partes, en todas las épocas, los pueblos, grandes
o pequeños, han despreciado a sus vecinos, aplicándoles graciosos epítetos:
“bestias, animales inmundos, chinches, tartamudos, mudos, etcétera”, y muchos
otros que no puedo repetir aquí (cf. por ejemplo, Anales de los Xahil). Quizá
los quichés emplearían con mayor gusto este vocablo, yaqui, porque en su lengua
tenía varios significados secundarios: “alzados, despiertos” (por huir y
espiar), y el significado de “langosta”, animal muy pequeño, pero muy dañino.
En el capítulo X de su Relación, Diego de Landa dice que los jefes de Mayapán
no mataron a los auxiliares mexicanos de sus enemigos “porque eran
extranjeros”, explicación demasiado humanitaria. Landa no comprendía bien el
maya —lengua en la cual le informaban—, y a eso se deben algunos de sus
errores. Supongo que le dijeron “porque eran yaqui”, es decir, mexicanos; en
consecuencia, pertenecientes a un pueblo temido; yaqui servía para nombrar a
los extranjeros, y en los últimos tiempos, especialmente a los mexicanos. En el
caso presente, se refiere a los extranjeros que habitan los pueblos de Cunén y
Chahul.
He combatido demasiado la nahuatlomanía, para no tratar de
evitar la nahuatlofobia. Por tanto, aventuraré la siguiente hipótesis: los mercaderes-espías
de Tenochtitlán, que tenían por protector divino a Yavatecuhtli, “Jefe de los
Viajeros”, respondían a las preguntas obligatorias sobre su nombre, su
profesión, su país: “somos yaqui”, es decir, “viajeros”, empleando una palabra
de su lengua que quienes les interrogaban tomaron por un nombre propio. Y de
este modo los maya-quichés aplicaron ese epíteto a todos cuantos venían de
México, primeramente, y de cualquier otro país, después.
8 “Medicinas,
sangradores”.
9 “Agujero
de flecha”. Cunén y Chahul existen todavía, a quince leguas más o menos al
norte de Santa Cruz del Quiché, cerca de Re- bah. Hay muchas ruinas.
10 Balam
Achí: balam, en todas las lenguas de la familia maya, designa a la vez al
jaguar y al mago, hechicero, ya que se atribuye a éste el poder de
metamorfosearse en jaguar. Ni el Libro del Consejo (Popol Vuh), ni el Título de
los señores de Totonicapán, ni los Anales de los Xahil, contienen ese título de
Hechicero de los varones.
11 Balam
Quiché: la anteposición de este título al de Balam Achí, me hace suponer que su
sentido exacto sería, sencillamente, Hechicero de los quichés. Sin embargo, doy
en mi traducción: Hechicero del Envoltorio, que es el nombre o, más
exactamente, el título del principal
5
de los cuatro héroes fundadores fabulosos, míticos, de los
pueblos quichés, y sabemos por el Título de Totonicapán que, después de su
desaparición del mundo terrestre, sus hijos (y después sus descendientes)
tomaron sus títulos.
12 Rahaual
Queché Vinak: “el gobernador de los hombres”, es diferente del “gobernador de
los varones”.
13 Xox Ahau:
traduzco por “señora”, tomado en el sentido de esposa del jefe, jefa.
14 Ixokil:
como la forma Ahaual, de Ahau, esta forma de Ixok “esposa”, parece tener un
significado de superioridad. La poligamia estaba permitida a los grandes jefes;
sobre todo, por razones políticas (cf. el Mikado en la Constitución japonesa).
Se puede traducir Ixokil, por “esposa principal”.
15 U
Chuchgug: “la madre de las plumas verdes”. U Chuchraxon: “la madre de los
raxon”. Los raxon eran pajarillos de verde plumaje muy estimado (Rax significa
verde).
16 Ri-Yamanim
Xtecok: Yamanic “piedra preciosa”, “pedrería”. Xte- cok, “piedra preciosa”; a
esta última palabra Brasseur, erróneamente, ha agregado como final Bi,
“nombre”.
17 Mun: la
traducción “esclava” es excesiva. (Se ha sugerido que, a pesar del nombre
femenino que lleva —Ixok-Mun—, sería hombre, y parece confirmarlo el hecho de
que las demás mujeres no hablan en el drama. F.M.).
18 Cot:
“águilas” y Balam: “jaguares”, son como los quachtli, “águilas” y los océlotl,
“jaguares” de los mexicanos, título que llevan algunos guerreros cuyas
demostraciones de valentía (y a veces parece que simplemente para algunos
torneos) les habían dado el derecho de cubrirse con las pieles y cabezas de
esos animales. Esos guerreros constituían la flor del ejército.
19 Como no
conozco ninguna leyenda, ningún mito que se refiera a esta ciudad, confieso que
la traducción “rojas (o ardientes) llagas calmadas (o de la víbora)
irritándose, agravándose” que sugiero, es quizá demasiado fantástica; pero me
parece, sin embargo, menos extraña que aquélla: “fuego guardado de la víbora
que se arrastra irritada subiendo”. Las ruinas que se hallan a una legua al
norte de la actual Ra- binal, situadas sobre un alto terraplén que domina la
llanura, son perfectamente visibles desde Rabinal. La construcción principal,
situada en las dos extremidades de altas pirámides, debió de ser muy extensa.
6
PRIMER ACTO
CUADRO I
(El Varón de Rabinal y su gente danzan en ronda. El Varón de
los Queché llega de pronto y se pone a bailar en medio del círculo moviendo su
lanza corta, como si quisiera herir con ella, en la cabeza, al Varón de
Rabinal. El movimiento de la ronda es cada vez más rápido).
El Varón de los Queché
¡Acércate, jefe violentador, jefe deshonesto!1
¡Será el primero a quien no acabaré de cortar la raíz, el
tronco; ese jefe de los Chacach,2 de los Zaman,3 el Caük4 de Rabinal!
Esto es lo que digo ante el cielo, ante la tierra.5 Por eso
no pronunciaré abundantes palabras.
¡El cielo, la tierra, estén contigo,6,7 el más destacado
entre los varones, Varón de Rabinal!
El Varón de Rabinal
(Al bailar agita un lazo, con el que se propone sujetar a su
enemigo).
¡Efectivamente! ¡Valeroso varón, hombre de los Cavek
Queché!8 Eso dijo tu voz ante el cielo, ante la tierra: “Acércate, jefe
violentador, jefe deshonesto.
11
’’¿Será el único a quien no acabaré por cortar la raíz, el
tronco, ese jefe de los Chacach, de los Zaman, el Caük de Rabinal?” ¿Así
dijiste?9
Sí, efectivamente, aquí está el cielo; sí, efectivamente,
aquí está la tierra.10
Te entregaste11 al hijo de mi flecha, al hijo de mi
escudo,12 a mi maza yaqui, a mi hacha yaqui,13 a mi red, a mis ataduras, a mi
tierra blanca,14 a mis yerbas mágicas,15 a mi vigor, a mi valentía.
Sea así o no sea así, yo te enlazaré con mi fuerte cuerda,
mi fuerte lazo, ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, valiente, varón, hombre
prisionero y cautivo!
(Lo ha sujetado con el lazo y tira de éste, para atraerlo
hacia sí. Cesa la música, y la danza se interrumpe. Hay un prolongado silencio,
en el cual ambos varones, fingiéndose iracundos, se ven cara a cara. Después,
sin acompañamiento musical ni danza, pronuncia el siguiente parlamento el Varón
de Rabi- nal y le replica el Varón de los Queché).
¡Eh! valiente, varón, prisionero, cautivo. Ya enlacé al de
su cielo, al de su tierra.
Sí, efectivamente, el cielo; sí, efectivamente, la tierra te
han entregado al hijo de mi flecha, al hijo de mi escudo, a mi maza yaqui, a mi
hacha yaqui, a mi red, a mis ataduras, a mi tierra blanca, a mis yerbas
mágicas.
Di, revela dónde están tus montañas, dónde están tus
valles;16 si naciste en el costado de una montaña, en el costado de un valle.
12
¿No serías un hijo de las nubes, un hijo de las
nublazones?17 ¿No vendrías arrojado por las lanzas, por la guerra?18
Esto es lo que dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
Por eso no pronunciaré abundantes palabras.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre prisionero,
cautivo!
El Varón de los Queché
¡Ah cielo, ah tierra! ¿Es verdad que dijiste eso, que
pronunciaste voces absurdas19 ante el cielo, ante la tierra, ante mis labios y
mi cara?:20 ¿Que soy un valiente, un varón? Eso dijo tu voz.
¡Vamos! ¿Sería un valiente, vamos, sería un varón y habría
venido arrojado por la lanza, por la guerra?
Mas aquí tu voz dijo también: “Di, revela el aspecto de tus
montañas, el aspecto de tus valles”. Así dijiste.
¡Vamos! ¿Sería un valiente, ¡vamos!, sería un varón, y
diría, revelaría el aspecto de mis montañas, el aspecto de mis valles?
¿No está claro que nací en el costado de una montaña, en el
costado de un valle, yo el hijo de las nubes, el hijo de las nublazones?,
¡vamos!, ¿diría, revelaría mis montañas, mis valles?
¡Ah! ¡Cómo rebasan el cielo, cómo rebasan la tierra! Por eso
no pronunciaré abundantes palabras, destacado entre los varones, Varón de
Rabinal.
¡El cielo, la tierra, estén contigo!
13
(Y se reanuda el baile. Vuelve a sonar la música).
El Varón de Rabinal
¡Eh! valiente, varón, hombre prisionero, cautivo. ¿Así dijo
tu voz ante el cielo, ante la tierra? “¡Vamos! ¿Sería un valiente, ¡vamos!,
sería un varón, y diría, revelaría mis montañas, mis valles?
”¿No está claro que nací en el costado de una montaña, en el
costado de un valle, yo el hijo de las nubes, el hijo de las nublazones?”
¿No dijo esto tu voz? Si no dices, si no revelas el aspecto
de tus montañas, el aspecto de tus valles, permita el cielo, permita la tierra,
que te haga ir, sujeto o destro- zado,21 ante mi gobernador, ante mi
mandatario, en mis vastos muros, en mi vasta fortaleza.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra estén contigo, hombre prisionero,
cautivo!
El Varón de los Queché
¡Ah cielo, ah tierra! Tu voz dijo ante el cielo, ante la
tierra: “Se podrá hacer nacer, salir, las voces, las palabras, que diré
contigo, ante el cielo, ante la tierra.
”Aquí hay con qué hacerlas nacer, con qué hacerlas salir,
para que tú digas, para que tú reveles el aspecto de tus montañas, el aspecto
de tus valles. Si no los dices, si no los revelas, permita el cielo, permita la
tierra, que
14
te haga ir sujeto o destrozado, ante mi gobernador, mi
mandatario”.
Eso dijo tu voz ante el cielo, ante la tierra.
¡Ah cielo, ah tierra! ¿A quién diré, revelaré el aspecto de
mis montañas, el aspecto de mis valles?
¿A ustedes, tapicholes;22 a ustedes, pájaros?23
¡Yo, el valiente, yo el varón, jefe de los extranjeros de
Cunén, de los extranjeros de Chahul!
Ciertamente el jefe hechicero de los varones, hechicero del
Envoltorio, bajó diez veces24 el camino de las nubes, de las nublazones, en mis
montañas, en mis valles.
¿Cómo hacer bajar, cómo hacer subir las voces, las palabras,
que diré contigo ante el cielo, ante la tierra?
¡El cielo, la tierra, estén contigo, destacado entre los
varones, Varón de Rabinal!
El Varón de Rabinal
Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché, ¿eres mi
auxiliar, eres mi hermano mayor, eres mi hermano menor? ¡Magnífico! ¡Y cómo
podría mi espíritu haber olvidado verte, olvidado mirarte, en los vastos muros,
en la vasta fortaleza!
Eras tú, sin duda, el que imitaba el grito del coyote, el
que imitaba el grito del zorro, el grito de la comadreja, del jaguar,25 en los
vastos muros, en la vasta fortaleza, para atraernos a ti,26 a nosotros los
blancos niños, los blancos hijos;27 para llevarnos a los vastos muros, ante la
vasta fortaleza; para alimentarnos con amarilla miel
15
silvestre, con verde miel silvestre,28 que toma nuestro
gobernador, nuestro mandatario el abuelo29 Cinco- Lluvia.
Entonces ¿por qué hacer alarde, provocar como tú lo has
hecho, mi decisión, mi valentía?
¿No han sido esos gritos los que nos llamaron, los que nos
atrajeron a los doce jefes,30 cada uno jefe de su muro, de su fortaleza?
¿No nos dijiste de veras: “Ustedes, hombres libres,31 los
doce valientes, hombres libres, los doce varones, deben venir a escuchar lo que
se les ordena, porque cada uno de sus alimentos, cada una de sus bebidas fue
disuelta, consumida, destruida, convertida en piedra pómez.32
”Sólo la cigarra, sólo los grillos hacen oír su canto en los
muros, en la fortaleza de esos blancos niños, de esos blancos hijos, porque
sólo son nueve, diez los que están33 en sus muros, en su fortaleza.
”Por eso nosotros hemos dejado de alimentar a los blancos
niños,34 a los blancos hijos, porque comemos el plato frito, el frijol grande,
el35 plato de langostas, el plato de loros, los platos combinados”?
¿No era esto lo que decía la advertencia que se nos hizo a
los jefes, los guerreros? ¿No había en esto con qué rebasar los deseos de tu
valentía, de tu denuedo?
Y Belehe Mokoh, Belehe Chumay,36 con esa valentía, ese
denuedo, ¿no fueron a hacerse arrollar, a hacerse sepultar por nuestros
guerreros, por nuestros jefes, en Cotom, en Tikiram,37 llamados así?
He aquí que pagarás ahora ese trastorno, bajo el cielo,
sobre la tierra.
16
Tú dijiste, por consiguiente, adiós a tus montañas, a tus
valles, porque aquí cortaremos tu raíz, tu tronco, bajo el cielo, sobre la
tierra.
Ya no te acontecerá jamás, de día, de noche, bajar, salir de
tus montañas, de tus valles.
Es preciso que mueras aquí, que desaparezcas aquí,38 bajo el
cielo, sobre la tierra.
Por eso yo comunicaré esta noticia a la cara de mi
gobernador, a la cara de mi mandatario, en los vastos muros, en la vasta
fortaleza.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra. Por eso no
pronunciaré abundantes palabras.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre de los Ca- vek
Queché!
El Varón de los Queché
¡Eh!, ¡valiente varón, destacado entre los varones, Varón de
Rabinal! Esto dijo tu voz ante el cielo, ante la tierra: “¿Por qué hacer alarde
de mi valentía, hacer alarde de mi denuedo?” Esto dijo tu voz.
Realmente llamaron al comenzar, llamaron a mi gobernador, a
mi mandatario. Ésa fue la única razón de mi arribo, de mi llegada de mis
montañas, de mis valles.
De aquí partió un mensaje de llamada, bajo el cielo, sobre
la tierra, ante los muros del comando de Cakyug- Zilic-Cakocaonic-Tepecanic;
tal el nombre, la boca, la cara39 de esos muros, de esa fortaleza.
¿No fue aquí donde ataron las diez cargas de cacao para
comprar, las cinco cargas de cacao fino,40 destinadas
17
a mi gobernador, a mi mandatario, hechicero jefe, hechicero
de los varones, hechicero del Envoltorio; ésos son su nombre, su boca, su cara,
en mis muros, en mi fortaleza?
Desde que eso se le presentó, el jefe, hechicero jefe,
hechicero del Envoltorio, en el acto deseó, por ese motivo, la muerte de los
Chacach, de los Zaman, del Caük de Rabinal, delante de los de Ux; de los de
Pokoman.41
“Procedamos lucidamente. Vayan a decir que desea ver la valentía,
el denuedo del jefe de la montaña Que- ché, del valle Queché.
”Venga a tomar posesión de las hermosas montañas, de los
hermosos valles. Venga, pues, mi hermano menor, mi hermano mayor.42
”Venga a tomar posesión, aquí, bajo el cielo, sobre la
tierra, de esas hermosas montañas, de esos hermosos valles.
”Venga a sembrar, a hacer viveros, allí donde se apretujan
los retoños de nuestros pepinos,43 de nuestras buenas calabazas, los retoños de
nuestras matas de frijol”.
Esto afirmó tu desafío, tu grito de llamada, ante mi
gobernador, mi mandatario. De este modo se lanzó en seguida el desafío, el
grito44 de mi gobernador, de mi mandatario: “¡Eh, eh! mi valeroso, mi varón, ve
a contestar y torna pronto, porque arribó un mensaje de llamada, que llegó bajo
el cielo, sobre la tierra.
”Eleva tu vigor, tu valentía, bajo el cielo, sobre la
tierra, el hijo de mi flecha, el hijo de mi escudo; torna pronto a la vertiente
de la montaña, a la vertiente del valle”.
Así llegó el reto, el grito de mi gobernador, de mi mandatario.
18
Yo me había marchado. Ponía las señales45 de las tierras,
allá donde se recuesta el sol, donde comienza la noche, donde el frío tortura,
donde la helada tortura, en Pan-Tzahaxak,46 llamado así.
Entonces mostré el hijo de mi flecha, el hijo de mi escudo.
Volví al costado de la montaña, al costado del valle.
Allá, por primera vez, yo lancé mi reto, mi grito, ante
Cholochic Huyu,47 Cholochic-Chah,48 llamados así.
Salí de allá; iba a lanzar mi reto, mi grito, por segunda
vez, a Nim Che Paraveno, a Cabrakán,49 llamados así.50
Salí de allá; iba a lanzar por cuarta vez mi reto, mi grito,
a Xol Chacach,51 llamado así.
Allá supe que el gran tambor de sangre,52 el tamboril de
sangre53 los hacían sonar las doce Águilas amarillas, los doce Jaguares
amarillos.54
Palpitaba el cielo, palpitaba la tierra con el gran ruido,
la gran agitación de las doce Águilas amarillas, los Jaguares amarillos; con
los servidores, las servidoras del varón.
Allá se inició mi canto ante el cielo, ante la tierra:
“¡Acércate violentador, jefe deshonesto!
”¿Será el primero a quien no acabaré de cortar la raíz, el
tronco, ese jefe de los Chacach, de los Zaman, el Caük de Rabinal?”
Eso dijo mi palabra. ¿Qué harás ¡oh, jefe!, ya que no he
podido aniquilarte ni destrozarte, pues sólo he podido decir mi voz, cantar
ante el cielo, ante la tierra, destacado entre los varones, Varón de Rabinal?
Habla, por consiguiente, tú también, a tu vez.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, destacado entre los
varones, Varón de Rabinal!
19
El Varón de Rabinal
¡Ah! valiente, varón, hombre de los Cavek Queché. ¿Eso dice
tu voz ante el cielo, ante la tierra?
De veras son las palabras que has dicho, sin modificar las
palabras que has dicho: “De veras partió de aquí un mensaje de llamada; de veras
nos llamaron en las montañas Queché, en los valles Queché”.
Realmente no fue una falta, no fue malo que llamaran, para
oírlo, al hechicero jefe, al hechicero del Envoltorio, cuando él deseaba la
muerte, la desaparición del jefe de los Chacach, de los Zaman, del Caük de Ra-
binal, por los de Ux, por los de Pokoman, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
“Procedamos lucidamente, para lograr que venga el jefe de
las montañas Queché, de los valles Queché, con su valentía, con su denuedo.
”Venga a tomar posesión de las hermosas montañas, de los
hermosos valles. Venga a sembrar, venga a hacer sus viveros.
”¡Pues bien!, ¡sembraremos, haremos nuestros viveros, allá
donde se apretujan los retoños de nuestros buenos pepinos, los retoños de
nuestras buenas calabazas, de nuestras buenas matas de frijol!”
Así, por consiguiente, dijo nuestra voz ante el cielo, ante
la tierra.
Por eso, tú nos provocaste inútilmente, nos amenazaste en
vano, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
“Gracias al cielo, gracias a la tierra, te vertiste ante
nuestros muros, ante nuestra fortaleza. Por eso nosotros
20
aceptaremos el reto, aceptaremos la lucha; combatiremos a
los de Ux, a los de Pokoman.
”Yo te encomendaré, por consiguiente, la misión de la
llamada. Ve, corre ante Nim-Be,55 donde el pájaro bebe en el agua;56 ante
Cholochic-Zakchun,57 llamado así.
”No accedas a lo que quieren los corazones de los de Ux, de
los de Pokoman.
”No dejes de luchar en sus montañas, en sus valles.
Aniquila, destroza, bajo el cielo, sobre la tierra”.
Eso dijo, desde luego, mi voz; mas no fue necesario que
vieras, que miraras a los de Ux, a los de Pokoman, pues ellos se transformaron
en moscas, en mariposas, en hormigones, en hormiguitas,58 y sólo eran grandes
sus filas, sus columnas, para ascender por la cuesta del monte llamado Equempek
Gamahal.59
Entonces dirigí mi vista, mi contemplación, a la cara del
cielo, a la cara de la tierra; en ese momento vi a los de Ux, a los de Pokoman;
mi corazón decayó, mi corazón se sintió herido al verte, al mirarte, porque tú
habías accedido a lo que deseaban los de Ux, los de Pokoman.
Entonces lancé mi grito, mi reto contra ti: ¡Eh, eh!
valiente, varón, hombre de los Cavek Queché: ¿por qué dejas de luchar contra
los de Ux, contra los de Poko- man, en sus montañas, en sus valles?
¡Ah cielo, ah tierra! Realmente, esperaban en nuestras
montañas, en nuestros valles, que tú lanzaras tu reto, tu grito contra los de
Ux, los de Pokoman.
¿Has respondido con tu desafío, con tu grito, contra los de
Ux, los de Pokoman, aquellos que habían lanzado su reto, su grito?
21
“¡Ah! ¡ah! que tornen ¡ah! los de Ux, los de Poko- man a
escuchar aquí las órdenes, bajo el cielo, sobre la tierra”. Eso dijo tu voz.
Entonces los de Ux, los de Pokoman, te respondieron:
“Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché, abandona la lucha en nuestras
montañas, en nuestros valles.
”¿No nacimos aquí, con nuestros niños, nuestros hi- jos,60
donde bajan las negras nubes, las blancas nubes, donde el frío tortura, donde
la helada tortura?
”Lejos se hallan los ramajes, los verdes ramajes, el
amarillo cacao para las compras, el amarillo cacao fino, el oro, la plata, los
bordados, la orfebrería, con mis niños, mis hijos.
”Aquí están mis niños, aquí están mis hijos; allá no existe
para ellos sufrimiento, absoluto o relativo, si desean sostenerse; mientras
reposas llega una carga de cacao para comprar, una carga de cacao fino, porque
ellos son bordadores, orfebres,61 del amanecer a la noche.62
”Pero contempla a los niños, ve a los hijos del más
destacado entre los varones, del Varón de Rabinal. Ellos sólo con gran dolor,
con gran padecimiento logran alimentarse, total o parcialmente, del amanecer a
la noche.
”Una de sus piernas ve hacia delante, otra pierna ve hacia
atrás; sólo hay cojos, mancos;63 los sobrinos, los nietos del más destacado
entre los varones, del Varón de Rabinal, del amanecer a la noche”.
Eso repuso al reto, al grito, de los de Ux, de los de Pokoman,
debido a la envidia de sus corazones.
22
Y tú les respondiste: “¡Eh, eh! ¡Ustedes los de Ux, ah,
ustedes los de Pokoman! ¿Eso dicen sus voces, ante el cielo, ante la tierra?
”En lo que concierne a esos niños, a esos hijos del Varón de
Rabinal, no hay que tocar sus caras; por lo que se refiere a sus medios de
subsistir, su manera de vivir bajo el ancho cielo, bajo los lados del cielo, a
la cabeza de la tierra, a los pies de la tierra,64 en una alcoba o en dos
alcobas, porque son vigorosos, porque son denodados.
”Tus niños, tus hijos, al contrario, se pierden, se
dispersan, van y vienen; se colocan en orden, van a sus montañas, a sus valles.
”Quizá de allí sólo vuelvan uno, dos a sus muros, a su
fortaleza, porque se les aniquila, se les persigue mientras buscan sus
alimentos, su manera de vivir.
”Entre los niños, los hijos del valiente, del varón más
destacado entre los varones, del Varón de Rabinal, si uno, dos se van, uno, dos
tornan a sus muros, a su fortaleza”. Eso dijo tu voz a los de Ux, a los de
Pokoman.
Pero esto es lo que dijo mi voz: ¡Eh, eh! valeroso varón,
hombre de los Cavek Queché. Se ha escuchado el reto, el grito que lanzaron los
de Ux, los de Pokoman.
¡Ah cielo, ah tierra! Era preciso que estuvieran iracundos
por abandonar, bajo el cielo, sobre la tierra a mis niños, mis hijos.
Debe decirse que no pudieron tomar posesión de esas hermosas
montañas, de esos hermosos valles.
Es sorprendente que hayas venido a acabar muchos días,
muchas noches, bajo el cielo, sobre la tierra; que hayas venido a terminar el
hijo de tu flecha, el hijo de
23
tu escudo; que hayas venido a terminar la cara de tu vigor,
la cara de tu energía.
Nada has obtenido, y hay que decir que de nada has podido
adueñarte bajo el cielo, sobre la tierra. Sabías dónde estaban los límites de
tu tierra que viene a unirse a los costados de las montañas, a los costados de
los valles.
Debe decirse que soy el valiente, el varón, destacado entre
los varones, el Varón de Rabinal, quien adquirió renombre con sus niños, con
sus hijos, bajo el cielo, sobre la tierra.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, valiente, varón, hombre
de los Cavek Queché!
El Varón de los Queché
¡Ah! ¡ah! ¡oh cielo, oh tierra! Tu voz dice verazmente que
no he logrado adueñarme aquí, bajo el cielo, sobre la tierra, de las hermosas
montañas, de los hermosos valles.
¿Fue inútil, en vano, que viniera aquí a concluir muchos
días, muchas noches bajo el cielo, sobre la tierra?
¿Mi valentía, mi denuedo, entonces, no me han servido?
¡Ah cielo, ah tierra! Me fui, por consiguiente, a mis
montañas, a mis valles. Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
Anduve por el costado de las montañas, el costado de los
valles; allá, en la punta que llaman Camba,65 puse mis señales.
24
Mi voz dice, por eso, ante el cielo, ante la tierra:
Llamándolo, podría hacer que saliera el jefe de Camba, para
poner mis sandalias sobre las cabezas66 de los niños, las cabezas de los hijos
del más destacado entre los varones, del Varón de Rabinal.
Así expresó su queja mi corazón. Pero si hasta el mismo
cielo quisiese castigarme, si la tierra quisiese castigarme, diría mi voz:
Me fui de allá a poner mis señales67 a la cima de la montaña
Zaktihel, del valle Zaktihel:68 lancé mi reto, mi grito. ¡Ah cielo, ah tierra!
¿Es verdad que de nada me he adueñado aquí bajo el cielo,
sobre la tierra?
De allá bajé en seguida a la cuenca del río y vi entonces
las tierras nuevas, antiguas; las tierras de las amarillas espigas, de los
amarillos frijoles, de los blancos frijoles, de las aves con garras.69
Mi voz dijo entonces esto, ante el cielo, ante la tierra:
¿No podría llevarme un poco de esta tierra nueva, antigua, con ayuda del hijo
de mi flecha, el hijo de mi escudo? Entonces allí hundí mis sandalias en la
tierra nueva, antigua.70
De allá me fui en seguida a colocar mis señales sobre la
punta Xtincurun, frente a Ximbal Ha, llamados así.71
De allá también partí: fui a plantar mis señales a la punta
llamada Quezentum;72 allá redoblé en el tambor por el deseo de mi corazón,
durante trece veces veinte días, trece veces veinte noches,73 porque no había
logrado adueñarrne bajo el cielo, sobre la tierra, de las hermosas montañas, de
los hermosos valles.
25
Esto dijo mi voz ante el cielo, ante la tierra: ¡Ah, oh
cielo, oh tierra! Es verdad que no logré adueñarme de nada aquí, bajo el cielo,
sobre la tierra; que vine inútilmente, en vano, a acabar muchos días, muchas
noches.
Esto dijo mi voz ante el cielo, ante la tierra.
Vine, por consiguiente, a dar fin a la cara de mi fuerza, la
cara de mi energía; mi valor, mi denuedo no me sirvieron.
Esto dice mi voz, ante el cielo, ante la tierra. Me fui a
mis montañas, a mis valles. Mi voz dijo en seguida que yo recorrí el costado de
las montañas, el costado de los valles; esto dijo mi voz.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, el más destacado entre
los varones, Varón de Rabinal!
El Varón de Rabinal
¡Ah! valiente, varón, hombre de los Cavek Queché. ¡Mis
niños, mis hijos! ¿Por qué atrajiste a mis niños, a mis hijos? Nada tenías que
hacer con ellos.
Déjalos en sus montañas, en sus valles. Si no los dejas,
permita el cielo, permita la tierra, que trastorne el cielo, que trastorne la
tierra.74
Esto dijo mi reto porque me había marchado; me dedicaba a
colocar las señales de la tierra en la punta llamada Mucutzunun,75 cuando
secuestraste a los blancos niños, a los blancos hijos, ayudado por el hijo de
tu flecha, ayudado por el hijo de tu escudo, sin que el eco de tu corazón oyese
mi reto, mi grito.
26
Entonces recorrí el costado de las montañas, el costado de
los valles, y puse mis señales en Pan-Ahachel,76 llamado así. Allá lancé mi
reto, mi grito, contra ti.
Hasta entonces dejaste a los blancos niños, a los blancos
hijos, allá en Nim Che, en Cabrakán Paraveno, llamados así; efectivamente a
corta distancia de las montañas Queché, de los valles Queché.77
De allá regresaron ellos, recorrieron ellos los costados de
las montañas, los costados de los valles; hueco el vientre, vacío el estómago,
regresaron ellos; no obstante, ellos no se dispersaron en sus muros, en sus
fortalezas, sino que se avecindaron en Panamaka,78 llamado así.
Entonces viniste contra mi gobernador, mi mandatario, allá
en el lugar de los Baños,79 llamado así. No me había marchado; estaba a punto
de colocar las señales de las tierras, allá en Tzam-Ha,80 ante Quiluyach
Abah,81 llamados así.
Entonces abandoné mi vista, mi contemplación ante el cielo,
ante la tierra. Grande era el espacio donde marchaban las nubes, donde
marchaban las nublazones, frente a los vastos muros, frente a la vasta
fortaleza.
Allá lancé mi reto, mi grito, ante el cielo, ante la tierra.
Mi voz dijo así: ¡Eh, eh, valiente, varón, hombre de los
Cavek Queché! A mi gobernador, mi mandatario, ¿por qué viniste a secuestrarlo
del interior de los vastos muros, del interior de la vasta fortaleza?
Nada tenías que ver con él. ¡Permítele, pues, que torne a
los vastos muros, a la vasta fortaleza! Esto dijo mi voz; mas tu corazón no se
conmovió al oír mi reto, mi grito.
Mi voz dijo también: Si no dejas ir a mi gobernador, mi
mandatario, permita el cielo, permita la tierra, que
27
yo trastorne el cielo, que trastorne la tierra, que recorra
el cielo, que recorra la tierra. Esto dijo mi voz.
Pero tu corazón no se conmovió al escuchar mi reto, mi
grito. Recorrí, pues, los costados de las altas, hermosas montañas, de los
grandes, hermosos valles, y fui a colocar mis señales en el interior de los
vastos muros, dentro de la vasta fortaleza.
Pero no vi sino el horizonte donde marchaban las nubes,
donde marchaban las nublazones, frente a los vastos muros, frente a la vasta
fortaleza.
Sólo la cigarra, sólo el grillo venían a vibrar, venían a
cantar82 en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Pero mi corazón desfalleció, mi corazón decayó, y he
recorrido los costados de las montañas, los costados de los valles, hasta que
llegué a las montañas Queché, a los valles Queché: hasta que logré alcanzar a
mi gobernador, mi mandatario, bien amurallado atrás y adelante, en la piedra,
en la cal.
Me lancé allí con el hijo de mi flecha, con el hijo de mi
escudo, mi maza yaqui, mi hacha yaqui, mi valor, mi denuedo. Vi entonces a mi
gobernador, mi mandatario, completamente abandonado en la piedra, en la cal.83
Lo saqué de allí con la ayuda del hijo de mi flecha, el hijo
de mi escudo. Debo decir que si yo no hubiera estado allí, en verdad habrías
cortado la raíz, el tronco de mi gobernador, de mi mandatario, en la montaña
Queché, el valle Queché.
Así fue como volví a verlo. Con la ayuda del hijo de mi
flecha, del hijo de mi escudo, le conduje de nuevo a los muros, a la fortaleza,
a mi gobernador, mi mandatario.
28
¿No asolaste dos, tres pueblos; las ciudades con barrancos84
de Balamvac,85 cuyo suelo pedregoso resuena con las pisadas; de Chi-Calcaraxah,86
de Chi-Cunu,87 de Chi-Gozibal-Tagah-Tulul,88 llamados así?
¿Hasta cuándo tu corazón dejará de estar envidioso, celoso,
de mi valor, de mi denuedo? Pero vas a pagarlo, bajo el cielo, sobre la tierra.
Transmitiré, por consiguiente, la noticia de tu presencia en
los vastos muros, en la vasta fortaleza, a mi gobernador, a mi mandatario.
Has dicho, pues, adiós a tus montañas, a tus valles, porque
aquí cortaremos tu raíz, tu tronco, bajo el cielo, sobre la tierra.
Realmente así será. Por eso, no pronunciaré abundantes
palabras.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre de los Ca- vek
Queché!
El Varón de los Queché
¡Eh, valiente, varón, Varón de Rabinal! ¿Dice eso tu voz
ante el cielo, ante la tierra? No cambiaré las palabras que has dicho, ante el
cielo, ante la tierra, a mis labios, a mi cara. Debo decir que ejecuté mal, al
principio, las órdenes de nuestro gobernador, nuestro mandatario.
“Ellos nos provocaron, ellos nos retaron”, había dicho la
voz de nuestro gobernador, de nuestro mandatario, el jefe de Teken Toh,89 el
jefe de Teken Tihax,90 de Gumar- machi91 en Taktazib,92 Taktazimah,93 Cuxuma
Ah,94 de Cuxuma Cho,95 de Cuxuma Zivan,96 de Cuxuma Cab,97
29
de Cuxuma Tziquin.98 Éstos son los nombres, los labios, las
caras99 de nuestro gobernador, de nuestro mandatario.
“Vengan ¡oh! los doce denodados, los varones; vengan a
escuchar las órdenes”. Ésta fue la voz que habló, a ellos al principio; en
seguida, a ti; debido a la miseria, el derroche, la falta de orden que hubo
allí en los puestos, en los cargos públicos.
“En los vastos muros, en la vasta fortaleza, sólo hay nueve
blancos niños, diez blancos hijos en los vastos muros, en la vasta
fortaleza”.100
Ésa fue la voz que habló a ellos y a ti. Como de nada había
podido adueñarme aquí, debido al deseo de mi corazón, yo hice venir, yo hice
tornar a los blancos niños, los blancos hijos, mientras que ellos estaban
distraídos en Iximché101 buscando las colmenas de miel amarilla, de miel verde.
Cuando los vi, mi voz dijo ante el cielo, ante la tierra:
¿No podría secuestrar a esos blancos niños, a esos blancos hijos, para que se
avecinen en mis montañas, en mis valles?
Mi voz dijo: Los conduciré ante mi gobernador, mi
mandatario, a la montaña Queché, al valle Queché.
Mi voz dijo: Aquí hay, pues, un poco de estas tierras
nuevas, antiguas; de las blancas espigas abiertas, de los amarillos frijoles,
de los blancos frijoles.
De allí vine a Pan Cakil,102 llamado así, porque mi corazón
estaba con los blancos niños, con los blancos hijos.
Por eso, pues, lanzaste tu reto, tu grito. Entonces lloró mi
corazón, se quejó mi corazón, al oír tu reto, tu
30
grito. Pero en seguida los dejé libres, allá en Nim Che, en
Cabrakán Pan-Araveno, llamados así.
Faltaba poco para que los blancos niños, los blancos hijos
llegasen a mis montañas, a mis valles, a las montañas Queché, a los valles
Queché.
De ese modo se fueron, así tornaron los blancos niños, los
blancos hijos; hueco el interior de su vientre, vacío el interior de su
estómago. Prosiguieron la marcha por los costados de las montañas, por los
costados de los valles.
No obstante, no llegaron hasta sus muros, su fortaleza: se
avecindaron, por consiguiente, en Panamaka, llamado así.
Ciertamente fui yo el que procedí mal, cuando secuestré a tu
gobernador, tu mandatario, allá en el lugar de los Baños, llamado así; mientras
que él iba a bañarse, yo lo secuestré, ayudado del hijo de mi flecha, ayudado
del hijo de mi escudo.
Lo trasladé a mis montañas, a mis valles: montañas Queché,
valles Queché, debido al deseo de mi corazón, porque de nada había podido
adueñarme bajo el cielo, sobre la tierra. Lo encerré, pues, en los muros de cal
y piedra; tapié su cara, con la cal, la piedra.
Debo decir que he procedido mal, porque tu voz dijo:
“Asolaste dos, tres pueblos; las ciudades con barrancos de Balamvac, donde el
suelo pedregoso resuena con las pisadas; de Chi-Calcaraxah, de Chi-Cunu, de
Chi-Gozibal-Tagah-Tulul, llamados así”.
Ciertamente, procedí mal entonces, debido al deseo de mi
corazón, y pagaré ahora bajo el cielo, sobre la tierra.
31
No hay otras palabras en mi boca, en mi cara. Sólo la
ardilla, sólo el pájaro, aquí ante mí, te gritarán, quizá, ¡oh jefe!
¿No dijo tu voz también: “Voy a transmitir la noticia de tu
presencia a la cara de mi gobernador, mi mandatario, en los vastos muros, en la
vasta fortaleza. Has dicho adiós a tus montañas, a tus valles, porque aquí
cortaremos tu raíz, tu tronco, aquí bajo el cielo, sobre la tierra”? Esto dijo
tu voz.
¿No podríamos proceder lucidamente como hermano mayor, como
hermano menor? Te adornaría, te decoraría con mi oro, con mi plata, con el hijo
de mi flecha, con el hijo de mi escudo, con mi maza yaqui, con mi hacha yaqui,
aun con mis guirnaldas,103 con mis sandalias.
Trabajaría aquí, te serviría como tu niño, como tu hijo,
aquí bajo el cielo, sobre la tierra, como señal suprema de que tú no me dejas
marchar a mis montañas, a mis valles.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, valiente, varón,
destacado entre los varones, Varón de Rabinal!
El Varón de Rabinal
¡Ah, valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! ¿No dijo
tu voz ante el cielo, ante la tierra?: “¿No podría yo adornarte, decorarte, con
mi oro, con mi plata, con el hijo de mi flecha, con el hijo de mi escudo, con
mis guirnaldas, con mis sandalias; trabajar aquí, servirte, bajo el cielo,
sobre la tierra?” Esto dijo tu voz.
32
Pero entonces iría a decir a la cara de mi gobernador, de mi
mandatario: “Un valiente, un varón nos había combatido tras los vastos muros,
la vasta fortaleza, durante trece veces veinte días, durante trece veces veinte
noches; nuestro sueño no había sido un reposo,104 y en seguida yo me he
adornado, decorado con su oro, con su plata, con su maza yaqui, con su hacha
yaqui, aun con sus guirnaldas, sus sandalias”.
¡Y yo podría ir a decir a la cara de mi gobernador, de mi
mandatario, que lo he dejado en seguida regresar a sus montañas, a sus valles!
¿Iría a decir eso a la cara de mi gobernador, de mi mandatario?
Pero estoy bien provisto, colmado de dones por mi
gobernador, mi mandatario; tengo oro, plata; tengo el hijo de mi f lecha, el
hijo de mi escudo, mi maza yaqui, mi hacha yaqui; estoy bien provisto, estoy
colmado de dones por mi gobernador, mi mandatario, en los vastos muros, en la
vasta fortaleza.
Por eso voy a transmitir la noticia de tu presencia frente a
los vastos muros, frente a la vasta fortaleza, a la cara de mi gobernador, de
mi mandatario.
Si mi gobernador, mi mandatario permite que te deje marchar
a las montañas, a los valles; si mí gobernador lo dice, entonces te dejaré
marchar a las montañas, a los valles. Sí, si mi gobernador dice eso, te dejaré
marchar.
Pero si mi gobernador, mi mandatario dice: “Tráe- lo ante
mis labios, mi cara, para que yo vea hasta qué punto sus labios, su cara son de
un valiente, de un varón”; si mi gobernador, mi mandatario dice eso, te lo
comunicaré.
33
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, valiente, varón, hombre
de los Cavek Queché!
El Varón de los Queché
¡Pues bien, que así sea, valiente, varón, Varón de Rabi-
nal! Si debes transmitir la noticia de mi presencia a la cara de tu gobernador,
en los vastos muros, en la vasta fortaleza, anúnciame, pues.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, el más destacado entre
los varones, Varón de Rabinal!
34
NOTAS AL CUADRO I
1 Vorom
ahau, Cakon ahau: tienen significados obscenos.
2 “Las
Cestas”.
3 “Los
Campos”. Chacach y Zaman estaban situadas, según Brasseur, en la montaña de Xoy
Abah, a unas diez leguas al SO de Rabinal. Sus ruinas quizá sean las ahora
conocidas con el nombre de Belehe Tzal, “Los nueve muros” (o edificios), Belehe
Qoxtun, “Las nueve fortalezas”.
4 Caük: hay
muchas posibilidades de que sea, según otros textos, una de las formas del
nombre Cavek (o Cavik, o Cauek o Cauik); nombre de una de las tres tribus que
constituían el pueblo Quiché. Como Tohil, “pluvioso”, era el dios tribal de los
cavek-queché, podría forjarse la hipótesis, quizá demasiado imaginativa, de que
haya relación entre caük y caok (cahog, caog) “lluvia”.
5 Verdadero
idiotismo quiché ese “ante el cielo, ante la tierra”. A menudo podría
suprimirse, en las traducciones, o sustituirlo por “frente, cerca, etcétera”,
en los abundantes sitios donde aparece.
6 La, lal:
especie de pronombre de la segunda persona del singular que implica la idea de
respeto, de gran corrección. Los traduzco por tú, te, contigo, etcétera.
7 “Que el
cielo, la tierra estén contigo”. Expresión meramente protocolaria.
8 Cavek
Queché Inak: en ésta y en algunas otras expresiones semejantes, hombre, en
singular, significa “jefe”.
9 En quíché
(como en algunas otras lenguas), no existen nuestras comillas (“...”). Las
sustituyen con dos “él dice”, colocados uno antes de la cita y el otro después.
Se podría, sin peligro, suprimir uno de ellos.
10 “Aquí está
el cielo, aquí está la tierra”. Con esta expresión protocolar, el personaje
toma como testigo al mundo entero.
11 “Dar,
darse a la muerte o a una persona”, “entregarse, rendirse”.
12 Se podría
interpretar “hijo de mi flecha” por “punta de mi flecha”, como lo hiciera
Brasseur; pero ¿“hijo de mi escudo”? Es mejor
35
conservar el idiotismo quiché, para que no pierda el estilo,
su color, o, si no, suprimir simplemente la palabra “hijo” (posiblemente, lo
que prolonga el vigor de uno y otro brazos. F.M.).
13 La maza,
el hacha, son siempre tratados en este texto de yaqui. A veces, Brasseur
conserva la palabra yaqui; otras, entregado a la sacrosanta toltecomanía, la
traduce por “tolteca”. No daré el sentido especial “mexicano” porque nada
prueba que los quichés se hayan servido de armas de ese género, de origen o de
forma mexicana.
14 Zahcab:
“la tierra blanca”, con la cual se untaba a la víctima antes de sacrificarla y
que después se volvió un símbolo (y un medio mágico) de victoria.
15 Tampoco
pude, como Brasseur, encontrar lo que era el zalmet y, por lo mismo, aunque met
significa “algodón”, me satisfago con el sentido de “yerbas mágicas” que
indicara al abate su sirviente indígena; además, porque dicho significado
concuerda con el zahcab precedente (cf. en Sahagún la fricción con yerbas, que
precedía al sacrificio. F.M.).
16 “Declarar
sus montañas, sus valles, etcétera”. No sólo el hecho de conocer el estado
civil de su enemigo, daba poder mágico sobre él, sino que era una especie de
deshonra para un vencido (y para su pueblo) hacer una revelación de esa clase.
Sólo victoriosos se daban a conocer. “Montañas y valles” significa el país
entero.
17 Parece que
“hijo de las nubes, de las nublazones” tiene doble sentido: el uno serio,
“venido de las altas montañas”, el otro irónico, “sin importancia, quimérico”.
18 Simple
desertor, en fuga, cobarde.
19 En francés
equivale a pitoyable, advirtiendo que no en sentido de tener piedad, sino en el
sentido de palabra ridícula, grotesca, estúpida, etcétera (L.C.A.).
20 “A mis
labios, a mi cara” (o a tu boca, tu faz), expresión quiché que se podría
traducir, sencillamente, por “a mí”, “a ti”.
21 Muerto o
vivo (cautivo).
22 Tapichol:
“pajaritos que cantan como los ruiseñores”.
23 Tziquin:
“pájaro”, tiene a menudo el sentído especial de “águila”, que podría muy bien
usarse en el caso presente, porque el Varón Queché lo dice con ironía.
24 “Soy un
guerrero valiente y no es la primera vez que dejo mi oppidiem elevado, para ir
a la guerra”.
25 Se imita
los gritos de los animales, para hacer salir a los cazadores fuera de las
fortalezas, de sus murallas.
36
26 La
“llamada” de los hombres, como la llamada de los animales, significa
provocación. “Llamar” tiene el sentido de “retar”, “provocar”.
27 Blancos (o
buenos) niños, blancos (o buenos) hijos, indica a los subordinados, los
vasallos, subordinados a la tribu, y también a los guerreros subordinados a los
grandes jefes o al jefe supremo.
28 “Amarilla,
verde”, es decir “rica, excelente”; la miel parece haber sido un tributo (o un
regalo muy estimado); en consecuencia, los cazadores esperan que, por una buena
presa, merecerían esa golosina o se les permitiría conseguirla para ofrecerla
al jefe supremo de la ciudad.
29 “Abuelo,
antepasado, anciano, padre” son títulos de respeto.
30 Aquí, como
en otros párrafos y en la lista de los personajes, se encuentran doce
guerreros, doce jefes, en vez de los trece acostumbrados. ¿Por qué? Sería
simplemente por estar el consejo legislativo, administrativo, ejecutivo,
judicial, formado por trece consejeros principales (“consejeros que tienen
derecho a un banco”, dicen otros textos), iguales en principio y elegidos cada
uno por su clan o subclan o, más bien, parece por su clan artificial de
varones. Había, además, el presidente o jefe supremo (que también llevaba,
honoríficamente, los títulos de todas las dignidades y que dirigía, de modo
particular, la ciudad entera). Quedaban otros doce consejeros que tenían, fuera
del Consejo, funciones especiales y probablemente injerencia más determinada en
algún barrio. Se debe observar, como nos lo revela, por ejemplo, el Popol Vuh,
que el consejero-jefe tenía también su barrio. En resumen, si se permite esta
comparación, había un consejero-jefe y doce consejeros; total, trece, así como
hay un cabo y cuatro soldados, total, cinco (cf. nota 8 del Apéndice. F.M.).
31 Además de
las diferentes acepciones que se refieren a la idea de “engendrar”, alah tiene
el de “libre” (hombre, animal, cosa) que prefiero en este caso; porque “hombre
libre”, es decir, “no vasallo, no tributario”, obedece perfectamente a la ley
del paralelismo, ya que está de acuerdo con achí: “varón”.
32 Desaparecida,
como un líquido en una piedra porosa.
33 Ya casi no
queda ninguno.
34 “Hemos
dejado de matar a nuestros guerreros porque a fuerza de matarlos uno a uno, ya
no quedan más”.
35 Aunque
estemos muy poco informados acerca de la antigua cocina quiché, traté de ser
más preciso que Brasseur y aun explicar ciertos nombres que él no había
traducido. Esta enumeración de platos podría hacer creer también que esta frase
significa: “ya no matamos más, ya no comemos más, en las comidas
sacrificatorias,
37
a vuestros guerreros, por una parte porque ya no hay más;
por otra, porque nuestra victoria nos ha vuelto ricos y nos permite otros
alimentos”. (Motivo religioso, más bien. F.M.).
36 Belehe
Mokoh: “nueve coyunturas”. Belehe Chumay: “nueve codos”, sería el lugar de una
importante derrota quiché. El paralelismo me hace preferir “nueve coyunturas”,
a “nueve oteros”, para el primer nombre, a pesar de que parezca, según
Brasseur, referirse a una matanza.
37 Cotom:
significa tal vez “esculpido, grabado” o “arreglado, ordenado”. En lo que se
refiere a Tikiram: tal vez podía ser la idea de “comenzar” y en tal caso tomar
“arreglar” por el primer nombre; esto es muy hipotético. Tikiram: sería quizá
el nombre de una sierra, al norte de la llanura de Rabinal, y sobre una de sus
gargantas estaría situada Cak-Yug.
38 La muerte
no es una destrucción completa, al menos inmediata, sino una especie de
desaparición, como lo indica el sentido “Lugar del Desvanecimiento, de la
Desaparición, etcétera”, del nombre Xi- balbá, lugar subterráneo de ultratumba,
alumbrado durante la noche por el sol y de día por la luna.
39 Metáfora
quiché. Aquí “labios, cara, rostro, boca, faz u ojos” significa simplemente el
hombre, es decir, el individuo mismo, la personalidad, según ideas de la
América Media y de otras partes.
40 “Los
tributos”.
41 Los ux y
los pokomanes pertenecen al grupo maya. Esos pueblos dominaban la Verapaz,
antes de la llegada de los Ah Rabinal. Después fueron alejados hacia el norte.
Los que hoy existen, pueblan Cobán y sus alrededores. Ux “ser, piedra de
afilar, cosechar el algodón, mosca”; ¿estarían, quizá, muy dedicados al cultivo
del algodón? Pokoman podría también ser interpretado de muchos modos; mas
supongo que hay que preferir “separados (es decir, fracción) de los Mam”. Esta
última palabra significa “antepasados” y no “silenciosos” o “mudos”, como
quisiera una sátira de los cakchiqueles deformando Mam en Mem.
42 “Hermano
mayor, hermano menor”, quiere decir “pariente”; a menudo, es simple fórmula de
cortesía.
43 “Retoños”,
“brotes”, podría ser suprimido o sustituido por “productos, frutos”.
44 Grito de
guerra.
45 “Las
señales”. En esos países de intensa agricultura, los límites de las tierras
tenían una gran importancia; sobre todo, porque en América no existía la
propiedad territorial, raíz familiar o individual.
38
Esas limitaciones estaban, en su mayor parte, destinadas a
toda una tribu, con sublimitaciones ciánicas. Tenían que estar hechas (cf.
Título de los señores de Totonicapán, “in fíne") por los más altos jefes,
bajo la dirección del jefe supremo.
46 Estos
lugares están al oeste y sobre altas montañas nevadas. En efecto, Pan Tzahaxak,
“en las hojas secas" (?), sería —según Brasseur— el nombre de la cumbre más
alta de los Cuchumatanes, hacia la aldea actual de Soloma, al oeste del Quiché.
47 “Hilera de
colinas".
48 “Hilera de
pinos".
49 Nim Che
Paraveno, Cabrakán, debe de ser un error de copia, que hay que remplazar por
Nim Che, Cabrakán Pan Araveno (o P’ Arave- no), que se encuentra más adelante
en el texto. El nombre Nim Che del primer lugar, es de fácil traducción: “gran
bosque, gran floresta". En cuanto al segundo nombre, me ha sido imposible
encontrar una interpretación de Araveno, palabra que no parece quiché.
Cabrakán, “gran gigante de la tierra", sirve para designar ya sea los
temblores de tierra o al dios que los causa.
50 “En los
recodos" del río de la montaña. Quizás era una antigua ciudad de los Oga,
“Los nocturnos", pueblo ribereño del Chixsoy o del Lacandón, al oeste de
Rabinal.
51 “Entre las
cañas gigantes" (traducción incierta).
52 Lotz tun,
el gran tun de guerra. El tun (tunkul en Yucatán, tepo- naztli, en México), muy
empleado siempre, es el gran tambor sagrado.
53 Lotz
gohom, el pequeño tambor de guerra. El gohom (tlalpan- huéhuetl de los
mexicanos) es el tambor pequeño.
54 Los
nombres de los colores son, con frecuencia, empleados como superlativos. Un
pasaje de los Anales de los Xahil me hace creer que tanto en este texto como en
el presente, “amarillo" significa lo que se relaciona con los altos
dignatarios y sus súbditos. Brasseur, que nunca es parco en epítetos, lo
traduce aquí por “furibundos, coléricos".
55 “Camino
real (camino grande)".
56 Aquí,
probablemente, una vez más, el pájaro es el águila. Un lugar en donde el águila
bebe, significaría un lugar muy elevado, cruzado solamente por un camino de
montaña.
57 “Cal
blanca arreglada".
58 Huyeron en
multitud.
59 “Abajo de
la caverna de las amarillas espigas secas" (?).
60 “Nosotros
somos autóctonos" y, además, nuestro país no tiene con qué provocar
envidia.
39
61 “Mis
administrados, mis vasallos, tienen una vida tanto más fácil y más feliz cuanto
que a todo aquello que les da (plantas y minerales) el país, hay que sumar las
grandes ganancias comerciales de sus industrias artísticas; la fortuna les
llega mientras duermen”.
62 “De día,
de noche”, “de la mañana a la noche”, equivale a constantemente.
63 “Sus
administrados, sus vasallos, no tienen industria, son muy pobres; están siempre
listos para marcharse, para emigrar, no importa hacia dónde, para escapar a su
miseria”.
64 Cuádruple
fórmula que significa, sencillamente: “por todas partes, por todos lados”.
65 Camba,
lugar vecino de la llanura de Rabinal.
66 “Vencer,
entregarse, someter a vasallaje, a tributo”.
67 Mis
señales, mis linderos, etcétera.
68 Zaktihel, “piedra
de cal”, según Brasseur. Cerca de la llanura de Rabinal.
69 Riuxgag
tziquin: no se comprende, realmente, por qué Brasseur tradujo estas palabras
por “fríjoles de todas clases”, en vez de “pájaros de garras” (por otra parte,
Brasseur ha hecho una traducción muy imaginativa del final de este párrafo).
70 “Tomé
posesión de ellas”.
71 “Mansión
de las ligaduras, prisión”. Cerca de la llanura de Ra- binal.
72 Terraplén
cubierto de ruinas, a menos de dos leguas de Rabi- nal, citado en las leyendas
Quezentún: “ellos comienzan a tocar el tambor” (?).
73 El periodo
ritual de las fiestas movibles. Aunque el texto no diga la razón por la cual
dura la expedición ese tiempo, es un dato interesantísimo: muestra, una vez
más, la relación íntima de la religión y de la magia, con la guerra.
74 “Poner al
mundo en completo desorden”; una exageración como tantas otras de la lengua
quiché.
75 “Colibríes
(o lanzas) enterrados (o escondidos)”. Más allá de la ciudad de Salamá.
76 Es aún
actualmente el pueblo de Pan Ahachel, “en los matasanos”, sobre el lago del
mismo nombre, llamado también Lago de Atitlán (exactamente Atitán, “lugar de la
abuela ancestral mágica”).
77 Este dato
sitúa, aproximadamente, el lugar Cabrakán Paraveno.
78 Tal vez
sea la actual Tzacualpa, la Pamaca del Popol Vuh, que Ximénez traduce por “en
el agua caliente”.
40
79 Chi r
Atinibal: muy probablemente Chi r Atinibal Tohil, “en los baños de Tohil”
(“lluvioso”). Tohil: principal dios tribal de los quichés. Fuentes termales, a
seis leguas al suroeste de Cubulco. Excepcionalmente doy la traducción de este
nombre de lugar, en el texto.
80 “Mansión
de la Punta”.
81 “Rocas
enfrentadas”, cerca del pueblo de San Raimundo, a unas ocho leguas de
Guatemala.
82 Modo
empleado frecuentemente para significar que un sitio se ha vuelto desierto.
83 Cautivo.
No parece que la América Media haya conocido nuestras prisiones, lugares de
castigo, de larga detención. En los edificios a los cuales puede aplicarse este
nombre se encerraba, sencillamente, a los cautivos hasta el día en que eran
sacrificados.
84 Civan
(Zivan), “barranca, foso”, natural o artificial. Por eso el nombre de las
poblaciones fortificadas va, a menudo, seguido de Civan.
85 “Brujo
Gavilán”. Vac, el gavilán, es el mensajero de los Hu- rakán, “Maestros Gigantes”,
grandes dioses del rayo, del fuego, del cielo (cf. Popol Vuh).
86 “En la
Costa de las Verdes Cañas” (?).
87 “Los
médicos” o “los pudenda”.
88 “Valle
lleno de yerba y de los zapotillos rojos”.
89 “Lluvias
amontonadas”.
90 “Sílex
amontonado”.
91 “Calabazas
trabajadas”.
92 “Bosques
cortados, arreglados”.
93 “Postes
arreglados”.
94 “Racimos
de cañas”.
95 “Racimos
de lagos”.
96 ”Racimos
de barrancos”.
97 “Racimos
de tierras”.
98 “Racimos
de pájaros (águilas)” (?).
99 Son las
ciudades en que él manda, como jefe supremo; es la enumeración de sus dominios.
100 La mala
administración había causado la ruina; los vasallos se alejaron y los fieles se
marcharon.
101 Iximché:
“bambú de la gran especie”, dice Brasseur. “Especie de árbol llamado ‘Ramón’,
parecido a las brasimium”, señala Brinton. Iximché es también el nombre de la
ciudad (Antigua Guatemala) de los cakchiqueles.
41
102 “En lo rojo
(o en el fuego)”.
103 Atziak:
guirnalda.
104 Siempre en
alarma.
42
CUADRO II
(Ante el jefe Cinco-Lluvia, que ocupa un asiento bajo, con
respaldo, adornado con labores antiguas. Junto a él, la Señora, su esposa,
rodeada de sirvientes, guerreros, Águilas y Jaguares).
El Varón de Rabinal
¡Te saludo, oh jefe! ¡Te saludo, oh Señora! Doy gracias al
cielo, doy gracias a la tierra. Aquí tú proteges, abrigas, bajo el toldo de
plumas de verdes pajarillos,1 en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Así como yo soy un valiente, un varón, y he llegado hasta
tus labios, tu cara, en los vastos muros, en la vasta fortaleza, de igual
manera aquí está un valiente, un varón, que se nos enfrentó durante trece veces
veinte días, durante trece veces veinte noches, tras los vastos muros, tras la
vasta fortaleza, donde nuestro sueño no era un reposo.
El cielo nos lo ha entregado, la tierra nos lo entregó
enlazado; al hijo de mi flecha, al hijo de mi escudo.
Lo he atado, lo he enlazado, con mi fuerte cuerda, con mi
fuerte lazo, con mi maza yaquí, con mi hacha yaqui, con mi red, con mis
ataduras, con mis yerbas mágicas.
Después hice que se manifestaran sus labios sin que se
cubrieran de espuma:2 los labios de ese valiente, de
45
ese varón; en seguida él habló ante sus montañas, ante sus
valles, a mis labios, a mi cara, a mí, el valiente, el varón.
Era ese valiente, ese varón, el que imitaba el grito del
coyote, el que imitaba el grito del zorro, el que imitaba el grito de la
comadreja, más allá de los vastos muros, la vasta fortaleza, para atraer, para
provocar a los blancos niños, a los blancos hijos.
Fue ese valiente, ese varón, el que aniquiló a nueve o diez
blancos niños, blancos hijos. Fue, también, ese valiente el que te secuestró en
los Baños.
Fue ese valiente, ese varón el que asoló dos o tres pueblos;
la ciudad con barrancos de Balamvac donde el suelo pedregoso resuena con las
pisadas, llamada así.
¿No pondrá, por consiguiente, el deseo de tu corazón un
final a ese valor, a ese denuedo? ¿No lo previenen nuestros gobernadores,
nuestros mandatarios, cada uno gobernador de muros, de fortalezas: el jefe de
Teken Toh, el jefe de Teken Tihax, Gumarmachi Tacta- zib, Tactazimah, Cuxuma
Ah, Cuxuma Zivan, Cuxuma Cho, Cuxuma Cab, Cuxuma Tziquin?
Éstos son sus nombres, sus labios, sus caras. Ahora él viene
a pagar, bajo el cielo, sobre la tierra.
Aquí cortaremos su raíz, su tronco; aquí bajo el cielo,
sobre la tierra, ¡oh gobernador, jefe Cinco-Lluvia!
El jefe Cinco-Lluvia
¡Mi valiente, mi varón! Gracias al cielo, gracias a la
tierra, has llegado a los vastos muros, a la vasta fortaleza,
46
ante mis labios, ante mi cara, ante mí, tu gobernador, yo el
jefe Cinco-Lluvia.
Por consiguiente, gracias al cielo, gracias a la tierra, que
el cielo te haya entregado, que la tierra te haya entregado ese valiente, ese
varón; que lo hayan arrojado al hijo de tu flecha, al hijo de tu escudo; que lo
hayas sujetado, que tú hayas enlazado, valiente, a ese varón.
Pero que no haga estruendo; pero que no escandalice cuando
llegue a la entrada de los vastos muros, de la vasta fortaleza; porque debe
amársele, debe admirár- sele3 en los vastos muros, en la vasta fortaleza;
porque aquí se hallan sus doce hermanos mayores, sus doce hermanos menores, los
de los metales preciosos, los de las piedras preciosas.4
Sus labios, sus caras, no se hallan todavía completos:
quizás ha venido a integrar su grupo en los vastos muros, en la vasta
fortaleza. Aquí hay doce Águilas amarillas, doce Jaguares amarillos; sus bocas,
sus fauces, no están completas; quizás ese valiente, quizás ese varón ha venido
a completar a unos y a otros.
Hay aquí bancos de metales preciosos, asientos de metales
preciosos; hay unos donde se puede estar sentado; hay otros donde no se puede
estar sentado: quizás ese valiente, ese varón, ha venido a sentarse en
aquéllos.
Hay aquí doce bebidas, doce licores que embriagan, de los
llamados Ixtatzunun:5 dulces, refrescantes, alegres, gratos, atrayentes; de los
que se bebe antes de dormir, aquí en los vastos muros, en la vasta fortaleza;
bebidas de jefes: quizás ese valiente vino para beberlas.6
47
Hay telas muy finas y bien tramadas; brillantes,
esplendentes, labor de mi madre,7 de mi señora; por ese esplendente trabajo de
mi madre, de mi señora, quizás ese valiente, ese varón, vino para estrenar su
delicadeza.
También está la Madre de las Plumas, la Madre de los Verdes
Pajarillos, traída de Tzam-Gam-Carchag;8 quizás ese valiente, quizás ese varón,
vino para estrenar sus labios, su cara; vino para bailar con ella, dentro de
los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Quizás ese valiente ha venido para convertirse en yerno de
clan,9 cuñado de clan, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Si es sumiso, si es modesto, si se humilla, si humilla su
cara, entonces puede entrar. Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, destacado entre los
varones!
El Varón de Rabinal
Jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación, ante el cielo ante la
tierra. Mi voz dice esto: Aquí está mi vigor, mi denuedo, que habías entregado,
que habías afirmado a mis labios, en mi cara.
Dejaré aquí, por consiguiente, mi flecha, mi escudo.
Consérvalos, pues; guárdalos en su cubierta, en su arsenal; que reposen allí:
yo reposaré también, porque cuando debíamos dormir no había, a causa de ellos,
reposo para nosotros.
48
Te los dejo, por consiguiente, en los vastos muros, en la
vasta fortaleza. Esto dice mi voz, ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, mi gobernador, mi
mandatario, jefe Cinco-Lluvia!
El jefe Cinco-Lluvia
Mi valiente, mi varón, ¿no dice eso tu voz, ante el cielo,
ante la tierra?: “Aquí está mi vigor, aquí está mi denuedo; aquí está mi
flecha, aquí está mi escudo, que tú habías entregado, que tú habías afirmado a
mis labios, a mi cara.
”Te los entrego, pues, para que los conserves; para que los
guardes en los vastos muros, en la vasta fortaleza, en su cubierta, en su arsenal”.
¿No es esto lo que dijo tu voz?
Pero ¿cómo los conservaría, cómo los guardaría en su
cubierta, en su arsenal? ¿Cuáles armas tendría, entonces, contra los que
vinieran a descubrirse a la cabeza de las tierras, al pie de las tierras?10
¿Qué armas, también, habrá para nuestros niños, para
nuestros hijos, cuando ellos vengan a buscar, a obtener su alimento, en las
cuatro esquinas, en los cuatro lados?11
Aquí, por consiguiente, una vez, dos veces, deberás tomar tu
vigor, tu denuedo, tu flecha, tu escudo, que aquí te entrego, mi valiente, mi
varón, destacado entre los varones, Varón de Rabinal.
¡El cielo, la tierra, estén contigo!
49
El Varón de Rabinal
¡Está muy bien! Aquí, por consiguiente, volveré a tomar mi
vigor, mi denuedo, que me has entregado; que has afirmado a mis labios, a mi
cara. Así pues, tomaré eso una vez, dos veces.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
Por todo ello, te dejaré un instante en los vastos muros, en
la vasta fortaleza.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, mi gobernador, mi
mandatario, jefe Cinco-Lluvia!
El jefe Cinco-Lluvia
¡Está muy bien, mi valiente, mi varón! Sé cauto: no vayas a
caer, a lastimarte, mi valiente, mi varón, destacado entre los varones, Varón
de Rabinal.
¡El cielo, la tierra, estén contigo!
50
NOTAS AL CUADRO II
1 Los
verdes pajarillos raxon.
2 “Él habló
voluntariamente sin (demasiado) furor”.
3 Se amará,
se admirará la actitud digna y heroica del cautivo al que se va a sacrificar.
4 En honor
a sus hazañas, sus armas y sus trajes están adornados con gran variedad de
joyas, piedras preciosas, etcétera, por lo que se llama a esos guerreros “los
de los metales preciosos, los de las pedrerías, los de las esmeraldas,
etcétera”. Brasseur traduce: “los guardianes del tesoro”.
5 ¡xtatzunun:
“vosotros esperad colibríes”, traduce Brinton. (¡xtaz: rana. Tzunin: lanza,
exhalar, colibrí). Son descomposiciones poco aceptables. ¿Estará bien la
ortografía de la palabra?
6 Probablemente
esto encierra una amenazadora ironía. En efecto, esos licores reservados a los
varones de la tribu, no son rehusados a los enemigos vencidos, antes de
ejecutarlos.
7 Como lo
veremos más adelante, “madre” sólo es, en este caso, un epíteto de alto
respeto, sin que signifique alguna relación filial, verdadera.
8 Tzam-Gam-Carchag:
Tzam indica prominencia, Gam “gradas, cuerda”, etcétera, Carchag, “hermano
menor adornado”. (Interpretaciones muy dudosas. Ortografía insegura). ¿Carchag
o Carchah? Car- chah, “juegos de pelota adornados”.
9 En
Guatemala, como en México y en otras muchas regiones de la América Media y del
Viejo Mundo, un guerrero cautivo, sobre todo si era de gran arrojo, podía —a
veces— escapar a la muerte, cuando la tribu que lo había capturado lo adoptaba.
Es evidente que una de las mejores pruebas, podría decirse “condiciones”, de
esa adopción, era el matrimonio con alguien de la tribu. Al casarse en alguno
de los clanes, se volvía yerno o suegro de las diversas clases de edad de los
otros clanes.
10 “A la
cabeza de las tierras, a los pies de las tierras”, es decir, a los límites de
las tierras. En todos los países cuya principal riqueza es
51
agrícola, las demarcaciones bien señaladas de las tierras
cultivables son de imperiosa necesidad, muy a menudo indicada en otros textos,
por ejemplo en el Título de Totonicapán y en los múltiples títulos de
propiedades indígenas del siglo XVI. En consecuencia, manifestarse a los pies o
a la cabeza de la tierra de una tribu, sin autorización previa, constituía una
violación del territorio, un casus belli.
11 Cuando
ellos pasen los límites, cuando ellos invadan los campos cultivados.
52
CUADRO III
El Varón de Rabinal
(Liberta al Varón de los Queché, de las ligaduras que lo
ataban al árbol).
¡Eh! valiente, varón, hombre de los Cavek Queché. Ya he
anunciado tu presencia en los vastos muros, en la vasta fortaleza, ante la cara
de mi gobernador, mi mandatario.
Mi gobernador, mi mandatario dijo esto, para prevenir a tu
valentía, a tu denuedo: “Que él no haga estruendo, que no escandalice sino que
se humille, que humille su cara, cuando llegue a la entrada de los vastos
muros, de la vasta fortaleza, aquí bajo el cielo, sobre la tierra; porque debe
amársele, debe admirársele aquí en los vastos muros, en la vasta fortaleza, ya
que estará cabal el interior de los vastos muros, de la vasta fortaleza.
”Hay doce hermanos menores, doce hermanos mayores: los de
los metales preciosos, los de las piedras preciosas; quizá sus caras no estén
completas; quizás ese varón venga a integrar su grupo.
”También hay doce Águilas amarillas, doce Jaguares
amarillos. Sus fauces no están cabales; quizás ese valiente, ese varón, venga a
completar a unos y otros.
’’También hay bancos de metales preciosos, asientos de
metales preciosos; quizás ese valiente, ese varón, venga para sentarse en
ellos.
55
”Aquí, también, está guardada la Madre de las Plumas, la
Madre de los Verdes Pajarillos, la Piedra Preciosa, traída de Tzam-Gam-Carchag.
Sus labios están sin estrenar; su rostro no ha sido tocado: quizás ese
valiente, quizás ese varón venga para estrenar sus labios, su rostro.
”Hay también doce bebidas, doce licores embriagantes,
dulces, refrescantes: bebidas de jefes, en los vastos muros, en la vasta
fortaleza; quizás ese valiente, quizás ese varón venga para beberlas.
”Hay también telas muy finas, muy bien tramadas: brillantes,
resplandecientes, labor de mi madre, de mi señora; quizás ese valiente, quizás
ese varón, venga para estrenarlas.
”¿No viene él, también, para convertirse en mi yerno de
clan, cuñado de clan, aquí en los vastos muros, en la vasta fortaleza?” Esto
dijo la voz de mi gobernador, mi mandatario.
Vengo, pues, a prevenirte que no hagas estruendo, que no
escandalices, cuando llegues a la entrada de los altos muros, de la alta
fortaleza; que te inclines, que dobles la rodilla, al llegar ante mi
gobernador, mi mandatario, el abuelo, el jefe Cinco-Lluvia.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra. Nuestras
pláticas no se prolongarán más.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre de los Ca- vek
Queché!
56
El Varón de los Queché
¡Eh valiente, varón, Varón de Rabinal! ¿No dijo así tu voz
ante el cielo, ante la tierra? “Yo transmití la noticia de tu presencia ante mi
gobernador, ante mi mandatario, en los vastos muros, en la vasta fortaleza”.
Esto dijo tu voz: “Por eso vengo a prevenirte, valiente,
varón. ‘Tráelo a que comparezca ante mis labios, ante mi cara, en los vastos
muros, en la vasta fortaleza; para que vea en sus labios, para que vea en su
cara lo valeroso que es él, lo viril que es él.
’Ve a prevenirlo: que no haga estruendo, que no escandalice,
cuando llegue ante mis labios, ante mi cara; que se humille, que humille su
cara; porque si es un valiente, si es un varón, es sumiso, humilde; porque lo
amarán, lo admirarán, aquí en los vastos muros, en la vasta fortaleza’. Así
habló mi gobernador, mi mandatario”.
¿No dijo eso tu voz? ¡Vamos! ¿Sería un valiente, sería un
varón, si me humillase, si humillase mi cara?
Aquí ves con lo que me humillaré: aquí está mi flecha, aquí
está mi escudo, aquí está mi maza yaqui, aquí está mi hacha yaqui; éstos serán
mis útiles para doblegarme, para doblar la rodilla, cuando llegue a la entrada
de los vastos muros, de la vasta fortaleza.
Quiera el cielo, la tierra, que yo pueda abatir la grandeza,
el día en que nació1 tu gobernador, tu mandatario.
Quiera el cielo, la tierra, que yo pueda golpear la parte
inferior de sus labios, la parte superior de sus labios, en los vastos muros,
en la vasta fortaleza, y que antes padezcas también eso, valiente, varón,
destacado entre los varones, Varón de Rabinal.
57
(Al decir estas palabras se aproxima, amenazante, al Varón
de Rabinal).
Ixok-Mun
(Interponiéndose entre los dos varones, dice):
Valiente varón, hombre de los Cavek Queché, no mates a mi
valiente, mi varón, el destacado entre los varones, el Varón de Rabinal.
58
NOTA AL CUADRO III
1 En la América Media, como en otros países, de la situación
en el calendario, sobre todo en el calendario religioso-mágico (aquí el de 260
días), dependía de modo casi absoluto la buena o la mala suerte, la fortuna o
el infortunio de cada individuo. De ahí el origen de la expresión “día de
nacimiento” por “destino, renombre; gloria”.
59
SEGUNDO ACTO
El Varón de los Queché
(Llega ante el jefe Cinco-Lluvia).
¡Te saludo, varón! Soy el que acaba de llegar a la entrada
de los vastos muros, de la vasta fortaleza, donde extiendes tus manos, donde
extiendes tu sombra.1 Vinieron a dar la noticia de mi presencia a tus labios, a
tu cara.
Soy un valiente, un varón, porque tu valiente, tu varón,
destacado entre los varones, el Varón de Rabinal, vino a lanzar su reto, su
grito, a mis labios, a mi cara:
“He transmitido la noticia de tu presencia a la cara de mi
gobernador, de mi mandatario, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
”La voz de mi gobernador, de mi mandatario dijo esto: ‘Haz,
pues, que entre ese valiente, ese varón, ante mis labios, ante mi cara, para
que vea en sus labios, para que vea en su cara, lo valiente que es él, lo varón
que
es él.
’Advierte a ese valiente, a ese varón, que no haga
estruendo, que no escandalice, que se humille, que humille su cara, cuando
llegue a la entrada de los vastos muros, a la entrada de la vasta fortaleza’”.
¡Pues bien!, soy un valiente, soy un varón, y si tengo que
humillarme, que humillar mi cara, aquí tengo con que humillarme; aquí está mi
flecha, aquí está mi
63
escudo, con que yo doblegaré tu destino, el día de tu
nacimiento; golpearé la parte inferior de tus labios, la parte superior de tus
labios, y vas a resentirlo, ¡oh jefe!
(Amenaza con sus armas al jefe Cinco-Lluvia).
Ixok-Mun
Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché, no mates a mi
gobernador, mi mandatario, el jefe Cinco- Lluvia, en los vastos muros, en la
vasta fortaleza, donde está encerrado.
El Varón de los Queché
Haz, pues, que preparen mi banco, mi asiento, porque así era
como en mis montañas, en mis valles, se ilustraba mi destino, se ilustraba el
día de mi nacimiento.
Allá tengo mi banco, allá tengo mi asiento. ¿Me quedaré en
este lugar expuesto a la helada, me quedaré expuesto al frío? Esto dice mi voz
ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra estén contigo, jefe Cinco-Lluvia!
El jefe Cinco-Lluvia
Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché: gracias al
cielo, gracias a la tierra, has llegado a los vastos
64
muros, a la vasta fortaleza donde extiendo mis manos,
extiendo mi sombra, yo el abuelo, el jefe Cinco- Lluvia.
Así pues, di, revela, ¿por qué imitaste el grito del coyote,
el grito del zorro, el grito de la comadreja, más allá de los vastos muros, más
allá de la vasta fortaleza, para provocar, para atraer a mis blancos niños, mis
blancos hijos; para atraerlos ante los vastos muros, la vasta fortaleza, en
Ixmiché; para tratar de hallar, de encontrar, la miel amarilla, la miel verde
de las abejas, el alimento que era para mí, el abuelo, el jefe Cinco-Lluvia, en
los vastos muros, en la vasta fortaleza?
Fuiste quien secuestró a los nueve, a los diez blancos
niños, blancos hijos, que estuvieron a punto de ser llevados a las montañas
Queché, a los valles Queché, si mi arrojo, mi bravura, no se hubieran hallado
alertas; porque allá habrías cortado la raíz, el tronco de los blancos niños,
de los blancos hijos.
Viniste, también, a secuestrarme allá en los Baños. Allá fui
apresado por el hijo de tu flecha, el hijo de tu escudo.
Me encerraste en la piedra, la cal, en las montañas Queché,
en los valles Queché; allá habrías acabado por cortar mi raíz, mi tronco, en
las montañas Queché, los valles Queché.
Por eso mi valiente, mi varón, el más destacado entre los
varones, el Varón de Rabinal, me libertó de allá, me arrancó de allá, con ayuda
del hijo de su flecha, el hijo de su escudo.
Si no hubiese existido mi valiente, mi varón, efectivamente
allí habrías cortado mi raíz, mi tronco.
65
Así me trajeron nuevamente a los vastos muros, a la vasta
fortaleza. Asolaste también dos, tres pueblos; las ciudades con barrancos de
Balamvac, donde el suelo pedregoso resuena bajo las pisadas; de Calcaraxah,
Cunu, Gozibal-Tagah-Tulul, llamadas así.
¿Cuándo dejará de dominarte el deseo de tu corazón, de tu
decisión, de tu denuedo? ¿Hasta cuándo permitirás que obren, permitirás que se
agiten?
Esa decisión, ese denuedo, ¿no quedaron sepultados, ocultos,
en Cotom, en Tikiram, en Beleheh Mo- koh, en Beleheh Chumay?
Esa decisión, ese denuedo ¿no fueron a hacerse sepultar, a
hacerse ocultar, por nosotros los gobernadores, nosotros los mandatarios, en
cada uno de los muros, de la fortaleza?
Mas tú pagarás eso aquí, bajo el cielo, sobre la tierra. Has
dicho, pues, adiós a tus montañas, a tus valles, porque aquí morirás,
fallecerás, bajo el cielo, sobre la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, hombre de los Ca- vek
Queché!
El Varón de los Queché
Jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación ante el cielo, ante la
tierra. Efectivamente aquí están las palabras, efectivamente aquí están las
opiniones que tú has expresado ante el cielo, ante la tierra; efectivamente he
obrado mal.
Tu voz también dijo: “¿No has provocado, llamado a los
blancos niños, los blancos hijos, para atraerlos a
66
buscar, a descubrir la miel amarilla, la miel verde de las
abejas, el alimento que era para mí, el abuelo, el jefe Cinco-Lluvia, en los
vastos muros, en la vasta fortaleza?”
Eso dijo tu voz. Efectivamente procedí mal, debido al deseo
de mi corazón, porque no había logrado adueñarme de esas hermosas montañas, de
esos hermosos valles, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Tu voz también ha dicho: “Fuiste quien vino a secuestrarme:
quien se apoderó de mí en los Baños”. Eso dijo tu voz. Efectivamente he obrado
mal, debido al deseo de mi corazón.
Tu voz dijo también: “Asolaste dos, tres pueblos; las
ciudades con barrancos de Balamvac, donde el suelo pedregoso resuena con las
pisadas; de Calcaraxah, Cunu, Gozibal-Tagah-Tulul”. Eso dijo tu palabra.
Efectivamente procedí mal, debido al deseo de mi corazón,
porque no había logrado adueñarme de las hermosas montañas, de los hermosos
valles, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Tu voz ha dicho también: “Di adiós a tus montañas, a tus
valles; di tu voz, porque aquí morirás, fallecerás; aquí cortaremos tu raíz, tu
tronco; aquí bajo el cielo, sobre la tierra”. Eso dijo tu voz.
Efectivamente desobedecí tu voz, tus mandatos, aquí ante el
cielo, ante la tierra, debido al deseo de mi corazón.
Si es preciso que yo muera aquí, que fallezca aquí, entonces
esto es lo que dice mi voz a tus labios, a tu cara: Ya que estás bien provisto,
que estás abastecido, en los altos muros, en la alta fortaleza, concédeme tu
alimento, tus bebidas: esas bebidas de jefes llamadas Ixtatzunun;
67
las doce bebidas, los doce licores embriagantes, dulces,
refrescantes, alegres, atrayentes, que se beben antes de dormir, en los vastos
muros, en la vasta fortaleza, y también los portentos de tu madre, de tu
señora.
Las probaré un instante, como suprema señal de mi muerte,2
de mi fallecimiento, bajo el cielo, sobre la tierra. Eso dice mi palabra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, jefe Cinco-Lluvia!
El jefe Cinco-Lluvia
¡Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! Esto dijo tu
voz ante el cielo, ante la tierra: “Concédeme tu alimento, tus bebidas. Las
recibiré para probarlas”. Esto dijo tu voz. “Ésa será la suprema señal de mi
muerte, de mi fallecimiento”, dijo tu voz. Pues yo te las doy, pues yo te las
otorgo.
Servidores, servidoras, que traigan mi alimento, mis
bebidas. Que las den a ese valiente, ese varón, hombre de los Cavek Queché,
como suprema señal de su muerte, de su fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre
la tierra.
Un sirviente
Está bien, mi gobernador, mi mandatario. Los daré a ese
valiente, a ese varón, hombre de los Cavek Queché.
(Traen los sirvientes una mesa cargada de manjares y bebidas).
68
Prueba algo del alimento, las bebidas, de mi gobernador, mi
mandatario, el abuelo, el jefe Cinco-Lluvia, en los vastos muros, en la vasta
fortaleza en la cual vive en su encierro mi gobernador, mi mandatario, valiente
varón.
El Varón de los Queché
(Come y bebe, con desdén. A continuación se va a bailar ante
la corte. Después regresa y dice):
¡Oh jefe Cinco-Lluvia! ¿Es ése tu alimento, es ésa tu
bebida? Efectivamente nada hay que decir, nada hay en uno y otra que los
recomiende a mis labios, a mi cara.
¡Si probaras un instante, en mis montañas, en mis valles,
las bebidas atrayentes, gratas, alegres, dulces, refrescantes, que pruebo en
mis montañas, en mis valles!
¡Mi voz dice esto ante el cielo, ante la tierra! ¿Es ésa la
mesa de tus manjares; es ésa la copa en que bebes?... ¡Pero si ése es el cráneo
de mi abuelo; ésa es la cabeza de mi padre, la que veo, la que contemplo! ¿No
se podría hacer lo mismo con los huesos de mi cabeza, con los huesos de mi
cráneo: cincelar mi boca, cincelar mi cara?3
De ese modo, al salir de mis montañas, de mis valles, a
cambiar cinco cargas de cacao para comprar, cinco cargas de cacao fino de mis
montañas, de mis valles, mis niños, mis hijos dirán: “Aquí está el cráneo de
nuestro abuelo, de nuestro padre”.
Eso dirán mis niños, mis hijos, aquí, del amanecer a la
noche.
69
Está aquí, también, el hueso de mi brazo; aquí está el mango
de la calabaza de metales preciosos que resonará, que producirá estruendo, en
los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Está aquí, también, el hueso de mi pierna; está aquí la
baqueta del tambor grande, del tamboril, que harán palpitar el cielo, la
tierra, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Está aquí lo que dice también mi voz: Te prestaré la obra
pulida, brillante, esplendente, muy bien tramada, labor de mi madre, de mi
señora, para que te adornes con ella en los vastos muros, en la vasta
fortaleza, en los cuatro rincones, en los cuatro lados, como suprema señal de
mi muerte, de mi fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
El jefe Cinco-Lluvia
¡Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! ¿Qué quieres,
pues, qué es lo que solicitas? No obstante, yo te lo daré, como suprema señal
de tu muerte, de tu fallecimiento aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Servidores, servidoras, que traigan la obra pulida,
brillante, esplendente, muy bien tramada, labor que han hecho en los vastos
muros, en la vasta fortaleza, y la den a ese valiente, a ese varón, como
suprema señal de su muerte, de su fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
70
Un sirviente
Está bien, mi gobernador, mi mandatario. Daré a ese
valiente, a ese varón lo que pide. Valiente, varón, aquí está esa labor bien
tramada que deseas, que solicitas. Te la doy, pero no la deshagas, no la
maltrates.
(Entrega el sirviente al varón una especie de manto en que
se envuelve).
El Varón de los Queché
A esas flautas, esos tambores, ¿les sería posible sonar
ahora como mi flauta, como mi tambor? Toquen, pues, la melodía grande, la
melodía breve.4
Que toque mi flauta yaqui, mi tambor yaqui, mi flauta
queché, mi tambor queché,5 la danza del preso, del cautivo en mis montañas, en
mis valles, como para que haga palpitar el cielo, para que haga palpitar la
tierra.
Que nuestras frentes, nuestras cabezas se dobleguen, cuando
demos vueltas golpeando con el pie; cuando bailemos, cadenciosos, golpeando el
suelo,6 con los servidores, con las servidoras, aquí bajo el cielo, sobre la
tierra.
Esto dice mi voz ante el cielo, ante la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén con ustedes, oh flautas, oh
tambores!
(Danza el varón en ronda, ante la corte, y en cada rincón
lanza su grito de guerra).
71
¡Oh jefe Cinco-Lluvia! Dame tu aprobación, ante el cielo,
ante la tierra. Aquí tienes lo que me habías prestado, lo que me habías concedido.
Vengo a devolverlo, vengo a dejarlo suspendido a la entrada
de los vastos muros, de la vasta fortaleza. Consérvalo, guárdalo en su
cubierta, en su caja, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Accediste a mis deseos, a mi petición, ante el cielo, ante
la tierra, y lo he expresado en los vastos muros, la vasta fortaleza; en los
cuatro rincones, en los cuatro lados, como suprema señal de mi muerte, de mi
fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Pero si es verdad que estás bien provisto, que tú estás
abastecido, en los vastos muros, en la vasta fortaleza, concédeme a la Madre de
las Plumas, la Madre de los Verdes Pajarillos, la Piedra Preciosa, traída de
Tzam- Gam-Carchag, cuyos labios están aún por estrenar, cuya cara no ha sido
tocada, para que estrene su boca, que estrene su cara.
Que baile con ella, que yo la muestre en los vastos muros,
en la vasta fortaleza, en los cuatro rincones, en los cuatro lados, como
suprema señal de mi muerte, de mi fallecimiento, bajo el cielo, sobre la
tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, jefe Cinco-Lluvia!
El jefe Cinco-Lluvia
¡Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! ¿Qué quieres,
pues, qué es lo que solicitas? No obstante, yo te concedo lo que quieres,
porque aquí está confinada
72
la Madre de las Plumas, la Madre de los Verdes Pajari- llos,
la Piedra Preciosa, traída de Tzam-Gam-Carchag, cuyos labios están aún por
estrenar, cuya faz no ha sido tocada; y te la concedo, valiente, varón, como
suprema señal de tu muerte, de tu fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la
tierra.
Servidores, servidoras, que conduzcan aquí a la Madre de las
Plumas, la Madre de los Verdes Pajarillos; que den a ese valiente, que den a
ese varón lo que él quiere, lo que él solicita, como suprema señal de su
muerte, de su fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
Ixok-Mun
Está bien, mi gobernador, mi mandatario. Voy a darla a ese
valiente, a ese varón.
(Conducen a la Madre de las Plumas ante el Varón de los
Queche).
Aquí está, valiente, varón, hombre de los Cavek Queché. Te
doy lo que quieres, lo que solicitas; mas no ofendas, no lastimes a la Madre de
las Plumas, la Madre de los Verdes Pajarillos, la Piedra Preciosa. Muéstrala al
bailar, solamente, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
73
(El Varón de los Queché saluda a la doncella, que se
mantiene alejada de él mientras baila, vuelto siempre el rostro hacia aquél,
quien la sigue en igual forma, ondulando ante ella, lo mismo que un manto. De
ese modo dan vuelta en torno a la corte, al son de las trompetas, y después
vuelven a situarse cerca del jefe Cinco-Lluvia).
El Varón de los Queché
Jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación ante el cielo, ante la
tierra. Aquí tienes a aquella a quien me proporcionaste, me concediste como
compañera.
Ya fui a mostrarla, fui a bailar con ella en los cuatro
rincones, en los cuatro lados, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.7
Ahora consérvala, guárdala, en los vastos muros, en la vasta fortaleza.
Mi voz dice también: Recuérdalo, debes prestarme las doce Águilas
amarillas, los doce Jaguares amarillos que encontré de día, de noche, con sus
armas, sus dardos en la mano.
Préstamelos para ir con ellos a practicar con el hijo de mi
flecha, con el hijo de mi escudo, en los cuatro rincones, en los cuatro lados,
en los vastos muros, en la vasta fortaleza, únicamente, como suprema señal de
mi muerte, de mi fallecimiento, aquí bajo el cielo, sobre la tierra.
¡El cielo, la tierra, estén contigo, jefe Cinco-Lluvia!
75
El jefe Cinco-Lluvia
¡Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché! Tu voz dice
esto ante el cielo, ante la tierra: “Que pueda yo prestarte las doce Águilas
amarillas, los doce Jaguares amarillos”. Esto dice tu palabra.
Pues bien, te concedo, te presto las doce Águilas amarillas,
los doce Jaguares amarillos, que quieres, que pides a mis labios, a mi cara.
Vayan, pues, ¡oh, mis Águilas, mis jaguares! Procedan de
modo que ese valiente, ese varón, pueda ir con todos a practicar la esgrima con
el hijo de su flecha, el hijo de su escudo, en los cuatro rincones, en los
cuatro lados.
El Varón de los Queché
(Sale con las Águilas y los Jaguares, y ejecuta con ellos
una danza de guerra, en torno de la corte. Después regresa al estrado en donde
está el jefe Cinco-Lluvia con su familia).
jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación ante el cielo, ante la
tierra. Me has concedido lo que yo quería, lo que te pedí: las Águilas
amarillas, los jaguares amarillos. He ido con ellos a practicar la esgrima con
el hijo de mi flecha, con el hijo de mi escudo.
¿Son ésas, pues, tus Águilas; son ésos, pues, tus jaguares?
No se puede hablar de ellos ante mis labios, ante mi faz, porque algunos ven,
algunos no ven; no tienen dientes, no tienen garras.
76
¡Si vinieras a ver, un instante, los de mis montañas, de mis
valles! Aquéllos ven vigorosamente, miran vigorosamente; luchan, combaten con
dientes y garras.
El jefe Cinco-Lluvia
Valiente, varón, hombre de los Cavek Queché, hemos visto los
dientes de las águilas, de los jaguares que están en tus montañas, en tus
valles. ¿Cómo es, pues, la vista, la mirada, de tus Águilas, de tus Jaguares,
que están en tus montañas, que están en tus valles?...
El Varón de los Queché
jefe Cinco-Lluvia, dame tu aprobación, ante el cielo, ante
la tierra. Esto dice mi voz, a tus labios, a tu cara: Concédeme trece veces
veinte días, trece veces veinte noches, para que vaya a decir adiós a la cara
de mis montañas, a la cara de mis valles, adonde iba antes a los cuatro
rincones, a los cuatro lados, a buscar, a obtener lo necesario para
alimentarme, para comer.
(Nadie responde al Varón de los Queché, quien al bailar
desaparece un instante. Después, sin regresar al estrado en donde el jefe
Cinco-Lluvia está sentado, se acerca a las Águilas y a los Jaguares, colocados
en medio de la corte, en torno de algo como un altar).
77
¡Oh Águilas! ¡Oh Jaguares! “Se ha marchado”, dijeron hace
poco. No me había marchado; fui solamente a decir adiós a la cara de mis
montañas, a la cara de mis valles, donde antes iba a buscar algo para
alimentarme, para comer, en los cuatro rincones, en los cuatro lados.
¡Ah, oh cielo! ¡Ah, oh tierra! Mi decisión, mi denuedo, no
me han servido. Busqué mi camino bajo el cielo, busqué mi camino sobre la
tierra, apartando las yerbas, apartando los abrojos. Mi decisión, mi denuedo,
no me han servido.
¡Ah, oh cielo! ¡Ah, oh tierra! ¿Debo, realmente, morir,
fallecer aquí, bajo el cielo, sobre la tierra?
¡Oh mi oro! ¡Oh mi plata! ¡Oh hijos de mi flecha, hijos de
mi escudo! ¡Que mi maza yaqui, mi hacha ya- qui, mis guirnaldas, mis sandalias,
vayan a mis montañas, a mis valles!8
Que lleven mis noticias ante mi gobernador, mi mandatario,
porque dijo esto la voz de mi gobernador, mi mandatario: “Hace mucho tiempo que
mi decisión, que mi denuedo, buscan, hallan mi alimento, mi comida”.
Eso dijo la voz de mi gobernador, de mi mandatario; que ya
no lo diga, puesto que sólo aguardo mi muerte, mi fallecimiento, bajo el cielo,
sobre la tierra.
¡Ah, oh cielo! ¡ Ah, oh tierra! Ya que es necesario que
muera, que fallezca aquí bajo el cielo, sobre la tierra, ¡cómo no puedo
cambiarme por esa ardilla, ese pájaro, que mueren sobre la rama del árbol,
sobre el retoño del árbol donde consiguieron con que alimentarse, con que
comer,9 bajo el cielo, sobre la tierra!
78
¡Oh Águilas! ¡Oh Jaguares! Vengan, pues, a cumplir su
misión, a cumplir su deber; que sus dientes, que sus garras me maten en un
momento, porque soy un varón llegado de mis montañas, de mis valles.
¡El cielo, la tierra, estén con todos! ¡Oh Águilas! ¡Oh
Jaguares!
(Las Águilas y los Jaguares rodean al Varón de los Queché:
se supone que lo tienden sobre la piedra de los sacrificios, para abrirle el
pecho,10 mientras todos los presentes bailan en ronda).
79
NOTAS AL SEGUNDO ACTO
1 Se
comprende fácilmente que en los países calurosos, tanto en el Antiguo Mundo
como en el Nuevo Mundo, una de las principales insignias de los jefes
(obligados, más que ningún otro, a permanecer en sus asientos al aire libre)
haya sido el quitasol. Según la dignidad, así era el número de doseles
superpuestos. De ahí nace la expresión: “sombra, sombreado”, para indicar la
potencia de los jefes y, naturalmente, su protección.
2 Esas
concesiones, esos favores in articulo mortis, se convierten, desde luego, en
símbolo del inminente sacrificio.
3 Como
otros pueblos, los quichés hacían copas con los cráneos de los vencidos
famosos. Esas copas estaban tanto más adornadas y eran tanto más estimadas,
cuanto más ilustre había sido el guerrero. Era, pues, un título de gloria para
un cautivo, saber que su cráneo sería una copa, y eso es lo que reclama
ardientemente nuestro héroe. Hasta pide que de los huesos de sus brazos se haga
el mango del instrumento de música religiosa y bélica formado de una calabaza;
reclama que los huesos de sus piernas sirvan de baquetas, para tocar el tambor
de guerra. Para sostener sus altas pretensiones, da algo así como un
antecedente o derecho hereditario; simula reconocer los cráneos de sus
antepasados, en las copas que se le presentan.
4 Los
quichés tienen dos pronombres de cortesía, de distinción, para la segunda
persona; el del singular la, lal, ya señalado; el otro: Alak, para el plural;
lo traduzco por suyo, ustedes.
5 Su
flauta, su tambor, son extranjeros (yaqui) y son queché. Eso justifica lo que
dije en nota precedente, sobre la palabra yaqui.
6 Brasseur
indica, con razón, que el texto, a pesar de ser tan conciso, caracteriza esa
danza que los españoles han llamado “zapateado”, lo que corresponde en quiché a
Yiic: “dar vueltas golpeando con el pie”; Xahil: “golpear el suelo y bailar con
cadencia”.
7 De todos
los favores que se le conceden, el único que no toma despectivamente el Varón
de los Queché, es el de bailar con “Piedra
80
Preciosa”. Ni siquiera pretende tener en su patria algo más
bello, algo mejor. ¿Galantería? Más bien, religión. (Tampoco desdeña el manto.
F.M.).
8 Los
restos de la víctima, especialmente sus armas, eran, por consiguiente, enviados
a la ciudad de origen de aquélla.
9 Mueren
allá en donde vivieron, en su pequeñísima patria.
10 Brasseur
omite decir si las Águilas y los Jaguares hacen un ademán que simboliza el
hecho de arrancar el corazón y de presentarlo al sol y a los cuatro puntos
cardinales. (Eso habría sido antes de la Conquista. F.M.).
81
APÉNDICE1
Un solitario. Con este título, de doble sentido, que indica
a la vez su carácter de magnífico diamante de la corona literaria de Guatemala,
y su carácter precioso de documento único,2 hace tiempo que he tenido, a mi
vez,3 la intención de presentar el Rabinal Achí. Vertido a la escritura latina
desde 1856, no deja aún de ser, según mis conocimientos, la única pieza del
antiguo teatro amerindio que haya llegado hasta nosotros, sin que podamos
descubrir en ella, sea en la forma, sea en el fondo, la más miníma traza de una
palabra, de una idea, de un hecho, de origen europeo. La pieza pertenece —por
entero— a los tiempos prehispánicos.
Si no conservo el título de Solitario, es porque la presente
publicación persigue, como objeto principal, hacer perder al Rabinal su
carácter de documento único. En efecto, el señor Cardoza y Aragón y yo tenemos
la firme esperanza de que esta obra (ante todo, de propaganda y que aparece en
el país más interesado) contribuirá a que los hombres de letras, sabios,
patriotas, procuren encontrar nuevas fuentes y traten de hacer el mayor número
de publicaciones de este género. Conviene decir que sólo conocemos una edición
del Rabinal Achí, fechada en 1862. Esos ejemplares son muy raros y tienen
precios altísimos; es un libro un tanto voluminoso, en el cual el ballet-drama
sólo forma parte del apéndice de una gramática quiché bastante defectuosa
85
y de un vocabulario quiché-tzotzil-español-francés, bastante
malo en sí y vuelto detestable por las locuras de Brasseur. Esta traducción
está hecha casi sin notas (a pesar de ser indispensables) y exige un gran
número de retoques, y a veces, de correcciones completas. Sin embargo, el
abate, tan imaginativo siempre, erró menos en este texto, gracias a la
colaboración de sus tres sirvientes indígenas. También ha sido nuestro
propósito, ofrecer al público una edición más accesible en todos sentidos, que
nos permitimos creer ligeramente mejorada.
Con un poco de buena voluntad, de diplomacia individual y de
paciencia, a pesar de la escoria traída por medio siglo —casi tres cuartos de
siglo— transcurrido desde el descubrimiento de Brasseur, se puede contar con la
próxima revelación de numerosas piezas escénicas de origen verdaderamente
prehispánico.
Los antiguos americanos se solazaban muchísimo con tales
representaciones. Las pruebas abundan (principalmente en el Perú): danzas
religiosas y civiles (es la misma cosa), de los pueblos actuales de Nuevo
México, etcétera, son verdaderas y antiguas piezas de teatro, históricas,
míticas, sociales. Veamos en la América Central: bastaría recordar al lector
las numerosas informaciones que se encuentran en tantos pasajes de los libros
de Sahagún, Ixtlilxóchitl (de quien se debe desconfiar), Oviedo, Herrera,
Benzoni, Tezozómoc, Cogo- lludo, Diego de Landa y tantos otros.
Esa pasión por el teatro en mayas y mexicanos, como en el
Perú y otros países, fue aprovechada por los misioneros, sobre todo apenas
consumada la Conquista, para propagar las narraciones bíblicas, las que con
86
frecuencia fueron desfiguradas, desnaturalizadas, de modos
muy curiosos. El señor Del Paso y Troncoso ha publicado (texto náhuatl-español)
algunas de esas piezas escritas por indígenas en el viejo estilo mexicano, en
donde los padres —por diversos motivos— les dejaron tomarse extrañas libertades
con los dos Testamentos. Leed, por ejemplo, aquellas que se refieren a la
Epifanía y al sacrificio de Isaac.
Sabemos también —lamentando casi su publicación en la muy
interesante biblioteca de Daniel Brinton— de una vieja farsa nicaragüense,
revoltijo de bufonadas y juegos de palabras, escrita en una mezcla de náhuatl y
español corrompido: “El baile de Güegüence”. Todas estas “curiosidades” tienen
poca importancia; las que interesan, insistimos, son las muestras auténticas
que sobreviven del teatro prehispánico y, sobre todo, aquellas menos
deterioradas por los siglos, menos adulteradas por la influencia de los
blancos. De tales obras tenemos algunos nombres. El Popol Vuh, el Libro del
Consejo (de los Quiché)4 menciona las danzas del Puhuy (búho), del Cux
(comadreja), del Iboy (armadillo), del Xtzul (ciempiés), de las Chitic
(zancudas); de esta última, bajo una forma yucateca, Diego de Landa y el Codex
hierático de Madrid nos dan algunas indicaciones. En nota marginal, dice
Brasseur: “Esos nombres son los de ciertos pasatiempos escénicos, a veces sólo
mímica; otras, mezclada con danzas, diálogo y música. La mayor parte de ellos
los acostumbran aún (hacia 1860) los indígenas”. El Popol Vuh habla —también—
de Hunahpú Qoy “Mono de los (dioses) Maestros Magos”, que con certeza es una
danza mítica, de la cual Brasseur dice:
87
“Ballet muy curioso que se acostumbra aún entre los
indígenas de Guatemala; lo ejecutan en ciertas fiestas del año llevando
máscaras de madera, muy bien hechas, y los trajes correspondientes a los diversos
personajes representados. Tiene su música especial”. En los párrafos que sirven
de introducción al Rabinal Achí, Brasseur comenta:
En Yucatán, el Poc hob era la danza de los amantes y de los
novios: se acostumbra aún y se baila con mucha vivacidad. El Zayi o Tapir es,
por el contrario, una danza grave y seria, sólo ejecutada por los viejos;
llevan palmas en las manos, y hacen de tiempo en tiempo reverencias respetuosas
al jefe de la orquesta que ocupa el centro del espacio.
Los Anales cakchiqueles de los Xahil dan varias indicaciones
sobre diversas danzas míticas, legendarias, guerreras, en algunas de las cuales
los actores se disfrazaban de animales. Se podrían multiplicar los ejemplos
acudiendo a autores antiguos o modernos, aun a los muy modernos.
Podemos afirmar que, a pesar de la escoria que han podido
producir cuatro siglos de temor —y en ciertos distritos la infiltración de
ideas europeas—, las investigaciones que se hicieran entre los huastecos,
quichés, cak- chiqueles, tzendales, tzotziles, yucatecos, lacandones, etcétera,
y también entre los tarascos, zapotecos, pipiles, etcétera, garantizarían una
cosecha muy abundante y muy útil.
Brasseur dividía esos bailes en dos categorías. Quizá sería
mejor distinguir tres: 1) simples danzas con cantos; 2) danzas con
recitaciones, y 3) los dramas completos
88
con música, baile, diálogos y empleo de máscaras y trajes
apropiados. El Varón de Rabinal pertenece a la tercera categoría: de los dramas
completos.
Se ha dicho con razón que el hombre es un animal cantor; es
posible que sus muy primitivos y rudimentarios lenguajes hayan sido cantados.
Los diversos tonos de los monosílabos chinos y los acentos tónicos de otros
idiomas, ¿no serán supervivencias de ese estado original? Cuando el canto ya no
fue de utilidad absoluta para la conversación corriente quedó, posiblemente en
forma de melopea al principio, como accesorio de la lengua más o menos poética
y, sobre todo, de las oraciones individuales o colectivas, de los himnos
dedicados a las divinidades.5
También la danza (comprendiendo en ella, si existió alguna
vez colectivamente, la simple agitación desordenada de las diversas partes del
cuerpo), la danza guiada por sones musicales, constituye una creación social-religiosa.
La danza era en sí una oración, un himno, la expresión mimada de ideas y
símbolos; una forma colectiva de ese acto, tan antiguo y tan universal que
podría remontarse hasta la animalidad misma: el lenguaje por gestos. Una danza
es a veces la recitación muy detallada de un mito, de una leyenda, de una
historia. Los futuros coleccionadores de ballets-escénicos harán bien en no
contentarse con la simple copia (o fonografía) de los diálogos hablados o
cantados; deben dar gran importancia a la anotación de gestos, sean
individuales o de grupos y deben tratar de obtener su explicación, de conocer
su perfecto valor simbólico.
Fácil es comprender por qué en todas sus diversiones
escénicas consagradas siempre a los dioses, bajo su
89
protección, cualquiera que sea el asunto tratado, los
americanos se interesaron mucho por la danza y el canto. Esto nos obliga a
hablar brevemente de los instrumentos de música. En 1856 la orquesta del
Rabinal Achí sólo comprendía dos trompetas y el tun (tunkul en Yucatán, teponaztli
en México) o gran tambor sagrado. También tenían otros instrumentos de madera o
de barro, como flautas (xul), silbatos de diferentes sonidos, calabazas huecas
o llenas de granos o piedrecillas, con un mango para agitarlas o sirviendo de
cajas de resonancia a un rudimentario instrumento de cuerda montado sobre una
especie de arco, etcétera. Poseen algunos otros instrumentos; pero no se puede
afirmar que sean aborígenes o introducidos por europeos. Se ha discutido
bastante sobre el origen de la marimba; se le ha creído instrumento africano.
Quizás haya sido una creación separada, tanto de África como de América.
La poesía. El fondo, el pensamiento depende del estado
mental, del valor intelectual de los pueblos y de los individuos; el genio
poético, en lo que se refiere al fondo, podríamos decir que es independiente
del tiempo y del espacio. Su forma es retórica o lingüística. La forma retórica
(metáforas, etcétera) tiene una independencia relativa del lugar y la época. La
forma lingüística está regida, más de lo que en general se cree, por los
principios constitutivos de la lengua. La base de toda prosodia es la
repetición. Se repiten dos, tres, cinco, diez veces una palabra, un fragmento
de frase, una frase, toda una serie de frases; la palabra repetida puede ser
sin significado alguno, un simple grito; la frase o la serie de frases
90
repetidas pueden, también, volver a trechos más o menos
regulares, y terminan por constituir nuestro estribillo. Cualquiera que sea la
repetición, su reaparición a intervalos vocálicos cada vez más regulares, llega
a formar una armonía y luego se logran la cadencia, el ritmo cada vez más
complicado, cada vez más perfecto; la aliteración, la asonancia y la rima. Por
causas muy variadas, pero en general lingüísticas, muchos pueblos se detienen
en diferentes fases de esa evolución prosódica. Desde hace mucho tiempo, las
partes poéticas de la Biblia hebraica nos hicieron conocer uno de esos estados:
el estado caracterizado por el empleo de lo que se ha llamado el paralelismo,6
es decir, la repetición de ideas idénticas o muy cercanas, con los mismos
términos o muy semejantes. Algunos otros pueblos del viejo mundo conocen ese
estado. Muchos de ellos, con la acción del tiempo y las lenguas vecinas, ya
sólo tienen rastros: se encuentran huellas evidentes, por ejemplo, en varios
pasajes de la epopeya finlandesa el Kalevala. Casi toda la América indígena
empleó y emplea el paralelismo. ¿Por qué y cómo?
He repetido (y no he sido el único) que el americanismo
aclararía muchos puntos oscuros del estudio de la humanidad; unas veces, dando
de algunas voces nuevas explicaciones; otras, completando y rectificando las
antiguas, como en el caso del paralelismo.
Sus causas. Por una parte, la lingüística; la constitución
aglutinante, incorporante y polisintáctica impide a las lenguas americanas, de
modo casi absoluto, la creación de esas armonías vocálicas regulares que
conducen a la cadencia, al ritmo, a la asonancia y a la rima. Hay
91
también causas morales, sociales. En la América indígena,
toda la vida social, toda la moral tiene por base la idea del equilibrio.
Equilibrio político y social de los individuos en los clanes, de los clanes en
las tribus y aun de las tribus en la confederación; salvo el caso bastante
frecuente en que ésta tiene por origen el triunfo de una de sus tribus sobre
las otras; lo cual ocasiona un reparto de las funciones lo más equilibrado
posible, entre los miembros del Consejo Federal y entre los miembros del
Consejo de la tribu, electos por derecho hereditario clánico. Equilibrio
geométrico, se dice en arquitectura. Aun en los signos jeroglíficos se agregan
detalles inútiles, con el propósito de que haya equilibrio entre las diversas
partes del dibujo, para que nada quede sin apoyo, “en el aire”. Equilibrio en
los panteones; así cada dios quiché está acompañado de un hermano menor,
completamente inútil, que hace exactamente lo que hace su hermano mayor;
asimismo los héroes legendarios. Esto conduce a las asociaciones por parejas,
por pares, de los seres y de las cosas; los pares, a veces, van duplicados; es
raro que estas asociaciones sean ternarias, y cuando no se trata de cosas o de
seres que no tienen nada de sobrenatural, lo ternario se convierte pronto en
cuaternario, por veneración de la aritmología sagrada; ésta se transforma, por
consecuencia, en el caso del número cuatro, en un perfeccionamiento del
equilibrio. Los dioses, los héroes, los jefes, así como las funciones, las
cualidades, los defectos, las fórmulas protocolarias, las injurias, los
fenómenos de la naturaleza, son representados por pares. Este procedimiento se
introdujo en el idioma. Los nombres de cada una de las dos partes unidas
92
son idénticos o casi de idéntico significado, y a veces
hasta de sonido: es lo que podríamos llamar el paralelismo de los nombres, de
los adjetivos, aun de los verbos; el paralelismo de las palabras. No daré aquí
ejemplos: el lector los encontrará, numerosos, en el Rabinal Achí, en el Popol
Vuh, en los Anales de los Xahil y en muchos otros textos.
Además de este paralelismo de palabras, tenemos el de la
frase, el de los grupos y también el de sus partes. Una fórmula es siempre
binaría. Los miembros de la frase están a menudo repetidos. Hay casos más
exagerados que desagradan a nuestros gustos europeos. Para hacerme comprender
sin muchas palabras, ruego al lector que hojee este drama. Cada una de sus
escenas no es más que un diálogo, y las pocas y breves intervenciones de otros
personajes se podrían a menudo suprimir. Cada personaje, antes de responder,
repite, casi palabra por palabra, y a veces completamente, lo que acaba de
decir su antagonista; fácil es juzgar cuán monótono resulta este procedimiento;
de un fastidio casi insoportable para los no habituados y, sobre todo, para el
simple lector que lo aprecia sin el acompañamiento del canto vocal o
instrumental y de la danza. Entre los textos publicados hasta hoy, creo que El
Varón de Rabinal es, podríamos decir, el modelo del paralelismo que va de la
palabra al discurso.
Es bastante curioso anotar que en muchos textos españoles
del siglo XVI encontramos frases, grupos de frases, etcétera, obedeciendo a la
ley del paralelismo, lo que nos prueba que los autores de esos textos tuvieron
la magnífica idea de traducir directamente lo que les dictaban los indígenas.
93
Excúsese la explicación extensa —y aun insuficiente— acerca
del paralelismo; pero creo que ninguno ha dado hasta hoy una seria importancia
a esa forma de la prosodia y, por lo tanto, del pensamiento americano, forma
que he señalado hace ya varios años.
El estilo quiché ofrece también una particularidad que en el
Rabinal Achí se halla con menos frecuencia que en otros documentos de esta
lengua. Lo más importante para el estilo está en el presente y eso es lo que
persigue: es el presente lo que anunciará al principio ocupándose después del
pasado; dirá, por ejemplo, lo que es absolutamente contrario a nuestro modo de
pensar: “Comí ese venado, lo despedacé, le quité la piel, lo maté, lo cacé”.
Inventé este ejemplo exagerado con el objeto de hacer comprender mejor cuál es
el orden del estilo y, en consecuencia, del razonamiento en los civilizados de
la América Central. Podría obtener algunos otros detalles en la forma exterior,
en la lengua hablada, de la idea ma- ya-quiché-nahua: pero éstos son
suficientes para mostrar el interés muy especial de esta literatura, tan
diferente de la nuestra o, más bien, de la que nos es familiar.
El Varón de Rabinal es muy interesante para conocer los
tiempos antiguos de Guatemala.7 Nos da, sobre las costumbres, hábitos,
etcétera, cierto número de indicaciones nuevas; completa o rectifica más de un
detalle hasta ahora insuficiente o mal conocido y confirma otros. Pretendo
señalar algunos de esos puntos, en las notas finales del volumen.
Dije al principio que, ni en la forma ni en el fondo de esta
pieza, se encuentra ningún rastro de cosas europeas. No he hablado de
influencias. En efecto, me parece que
94
una influencia nefasta obró indirectamente; creo que el
texto, tal como nosotros lo poseemos, está truncado. Al contrario de todo lo que
nos han dicho los autores antiguos y modernos, al contrario de todos los
ejemplos conocidos, la religión no desempeña aquí ningún papel; ni una sola vez
se habla de los dioses; ninguno de sus nombres se cita: ningún rito, ni la más
pequeña señal de ceremonia religiosa; ningún sacerdote representa siquiera un
papel mudo (las Águilas y los Jaguares sólo son guerreros distinguidos, podría
decirse “condecorados”). ¿Cómo es, por ejemplo, que cuando el drama termina;
cuando el Varón de los Queché cae muerto por esas Águilas y Jaguares, no le
arrancan el corazón y lo presentan a los cuatro puntos cardinales y a sus
dioses, y después al sol y a su animador sobrenatural, etcétera? Se puede
admitir que el drama, ante todo histórico, sólo dejaba al culto un lugar relativamente
mínimo; pero, de nada a un poco, en este caso, la importancia es capital.
Aun en menores detalles esa mutilación se manifiesta. La
aritmología sagrada de los indígenas civilizados tenía como sacratísimo el
número 13; 12 es absolutamente europeo, y en vez de trece Águilas, trece
Jaguares, encontramos aquí dos grupos de doce.8 Hasta podría decirse que se
vaciló en recordar los antiguos títulos de los jefes quichés: el “rey” de los
americanistas imaginativos, Hobtob, “Cinco-Lluvia”, no lleva ni su título
principal de Ahpopo-Ahau, “Consejero jefe”: ninguno de los otros títulos tribales
a los que tenía derecho pro honoris causa; sólo está designado como Ahau,
título tan vago como nuestra palabra jefe. A veces, se le llama Que- ché-Vinak,
“Hombre de los Queché”, probablemente
95
porque tal nombre no llamaba la atención de los blancos. Y
si al Varón de Rabinal se le califica de destacado entre los Varones (Galel
Achí), es porque este título era muy conocido de los españoles. Dejemos estos
pequeños detalles e insistamos de nuevo sobre la completa ausencia de todo
carácter religioso.
GEORGES RAYNAUD París, 1928
Traducción de Luis Cardoza y Aragón
96
NOTAS AL APÉNDICE
1 Este
Prefacio, traducido del francés por Luis Cardoza y Aragón, se publicó
—precediendo a la traducción del Rabinal Achí— en los Anales de la Sociedad de
Geografía e Historia, año V, t. VI, núm. 1, Guatemala, septiembre de 1929
(F.M.).
2 El drama
quichua El Ollantano es más agradable para el espectador moderno.
Desgraciadamente, cediendo al esnobismo de los peruanos hispanizados de su
época, el letrado indígena que a mediados del siglo XVI [?] transcribió esa
pieza en nuestro alfabeto, corrompió completamente la forma literaria empleando
el verso octosilábico más o menos rimado y ritmado, imitando las canciones y
demás modos poéticos que llegaron al Perú con los conquistadores. Salvo ese
punto, el drama quichua está ileso de tal influencia: más de lo que creyera
Pacheco y Zegairza. A los argumentos de ese buen autor, sobre asuntos peruanos,
yo agregaré (lo que le sorprendería, sin duda) que la mejor prueba de su
aborigeneidad consiste en la ignorancia de las divagaciones (Vestales del Sol,
etcétera) que figuran en las novelas pseudohistóricas de Garcilaso de la Vega y
compañía. Además, una traducción muy atenta revela, bajo el disfraz español,
numerosas trazas de la antigua forma estilística, el paralelismo común a casi
toda la América indígena (El Ollantay fue reelaborado posteriormente. F.M.).
3 Al final
del volumen se dio, abreviada, la descripción del abate Brasseur de Bourbourg,
acerca del descubrimiento de la pieza y la representación que organizó en
Rabinal, el año de 1856.
4 El nombre
Quiche podría ser el nombre de Guatemala, el de la ciudad, porque probablemente
la región no tuvo antes un nombre colectivo. Quiché, “Numerosas florestas”,
debe ser el nombre que han traducido, por Quauthtmallan (sentido en el fondo
idéntico), los nahuas. No se necesita, de ningún modo, recurrir a una
localidad, Mornic Chee, como lo hizo Brinton.
5 No
olvidemos que el canto, como la rapsodia no cantada, ayuda mucho a la memoria.
97
6 Buen
ejemplo de esnobismo escolar y secular: aun personas antirreligiosas tienen
gran admiración por el paralelismo bíblico, y elogian su magnificencia y hablan
de degeneración, de decadencia, de barbarie, cuando encuentran en otros pueblos
los mismos balbuceos prosódicos. El mismo caso acontece, a menudo, en la
apreciación de metáforas exageradas: excelentes en un pueblo, idiotas en otro,
y viceversa.
7 Y, en
general, de Mesoamérica (F.M.).
8 Por el
mismo texto del Rabinal Achí puede advertirse que el Varón de los Queché
completa, con los doce guerreros, el número trece, al enfrentarse a unos y
otros, sucesivamente (F.M.).
98
INDICE
Prólogo a la primera edición
VII
Bibliografía
XXIV
RABINAL ACHI
Personajes del drama-ballet
3
Primer acto 7
Cuadro I
9
Cuadro II
43
Cuadro III
53
Segundo acto 61
Apéndice 83
99
Teatro indígena prehispánico (Rabinal Achí), editado por el
Programa Editorial de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, se terminó de
imprimir el 29 de enero de 2015, en Estampa Artes Gráficas, S.A. de C.V.
Privada Dr. Márquez 53, Col. Doctores, Del. Cuauhtémoc, 06720 México, D.F. La
composición tipográfica la realizó Ángela Trujano López / Alógrafo, en tipo
Goudy de 10:13, 9:11 y 8:9 puntos. La edición consta de 1 000 ejemplares
impresos en Offset sobre papel Cultural de 60 g y estuvo al cuidado de Gabriela
Ordiales y Judith Sabines.
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